sábado, 23 de febrero de 2013

Dios llueve igual para buenos y malos

Contra el mandato tradicional de odiar al enemigo, Jesús opone el de amar a todo hombre, incluidos tus enemigos, algo inaudito en la cultura del momento, pero que se deducía del precepto evangélico de amar a todos sin reservas.  Se entiende que exhortase a sus discípulos a no imitar a los fariseos. Dios no admite a los que  rechazan a quien él creó, sino que llueve para todos por igual, razón por la que, quien se acerca con su ofrenda al altar de Dios, antes ha de reconciliarse con el que tenga desavenencias si quiere ser oído.
Difícil, pero factible por amor de Dios.


Reflexión

La justicia de Dios

Jesús hará partícipes de su justicia a quienes la vivieron con él y como él: a sus discípulos, a los mismos ninivitas que se unieron al buen hacer de su rey, a la reina de Saba que buscó a los pies de Salomón el conocimiento de la sabiduría. 
En el juicio se dará al traste con la perversión de una vez por todas, porque la perversión es la que será sancionada con su desaparición eterna. Pervivirá ya perpetuamente la bondad y es normal que cuantos la practicaron de eminente manera, figuraren en el séquito de Cristo.
Hagamos por ser contados entre ellos.

Rincón poético

       LA BUFANDA

¡Mi amiga la bufanda con qué tierno
apretón se me abraza
al cuello cariñosa!
Tiene la piel sedosa; no acaricia
una mano mejor. Soporta el frío
en mi lugar con entereza
y cuando el viento arrecia
y a reveses me azota,
con ambas manos me cobija
y protege la boca.
Ondean como crin
al viento, entonces, sus hilachas.
De ordinario, desciende
en reposo, rendida sobre el pecho .
Pierde agresividad
la agresora inclemencia del invierno,
donde hay una bufanda defendiéndote.

 (De La verdad no tiene sombra)

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