sábado, 16 de febrero de 2013

Vocación de Mateo


Mateo celebra con sus colegas publicanos la elección que Jesús ha hecho de él para que le acompañe en sus periplos evangélicos, y se escandalizan escribas y fariseos de que Jesús alterne con ellos. Les reprocha él su incoherencia: siendo autoridades religiosas, no entienden que Dios, más que sacrificios suntuosos de animales en el templo, busca a quienes van desorientados por caminos de extravío. No son los sanos, sino los enfermos los que necesitan del médico. ¿Tan difícil es que el buen padre reciba con gozo al hijo transgresor que regresa arrepentido de sus desafueros?
La superficialidad les enturbia los ojos y no les deja ver que Dios ama al hombre, que no le es indiferente a que se le vaya de las manos y que su bondad no tiene límites.


Reflexión

Jesús, un hombre observador

Jesús era un agudo hombre observador del entono en que vivió. Leyendo los evangelios, cualquiera puede ver entre líneas con qué facilidad da sentido trascendente a cuanto le llama la atención: la cizaña, que si se arranca, se lleva consigo la mata de trigo; los odres nuevos y viejos, que han de llenarse respectivamente con vinos jóvenes o viejos; lo llamativo de la simiente casi impalpable de la mostaza, que da arbustos frondosos; la simiente que crece sola, ajena al labrador; la que cae en terrenos dispares y sólo arraiga en el bien dispuesto... 
Se servía de ese caudal de cosas meditadas su imaginación inagotable, y sus parábolas son el resultado de esa admirable conjunción de dones, siempre brillantes e ingeniosos. ¿Cómo no iba a ser escuchado con agrado, si además su palabra contaba con la eficacia de la divina gracia?


Rincón poético

SALE EL SOL SOBRE LA NIEVE

Ha amanecido el sol sobre la nieve.
Travieso como un niño,
restriega incauto en ella     
sus manos amarillas,
ateridas de frío.
¿No sabía
la luz que no es clemente
ese castigo que es un frío aleve?
Pasea el sol magnífico y dorado
sobre ese otro esplendor tan silencioso.
No tiene peso el sol, 
no deja huella
sobre el extenso campo enharinado, 
pero la nieve a su contacto cede
adelgazando así su consistencia.
El sol se irá; 
caerá después la noche,
y otro día, al nacer la luz, acaso
suceda entonces
que el lecho de la nieve es sólo barro.

(De La verdad no tiene sombra)

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