lunes, 18 de febrero de 2013

El juicio final



No es fácil imaginar cómo será la llegada final de Cristo, en todo el esplendor de su gloria. La misma palabra gloria es un atributo que conviene a sólo Dios a quien decimos, por eso, al terminar nuestras oraciones: gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 

Por encima de todo, sólo Dios es importante, por más que el hombre se empeñe en inventarse eminencias que no son ni sombra de Dios. En el juicio, nos dolerá esa equivocación, cuando entremos a conocer la infinita grandeza de Dios, y a la luz de ese conocimiento se dé de lado a quienes le ignoraron desde su propia autosuficiencia.
Desde que Dios, encarnándose, se hace naturaleza nuestra, todo lo que se hace por los demás se hace por Dios, todo lo que se les niega, se le niega a él. El amor de Dios será la vara de medir conciencias: los unos serán juzgados en razón de su amor a los demás; los otros, en  función de su amor propio.

Reflexión

El Vía Crucis

El Vía Crucis es un memorial de la empresa salvadora de Cristo, estructurado en catorce momentos llamados estaciones, de la trayectoria dolorosa que sufre Jesús, en Jerusalén, en aras de nuestra salvación. Parece ser que esta costumbre de celebrarlo el viernes santo y los demás viernes de cuaresma, como un camino de oración escenificado en los mismos lugares donde sufrió Jesús tales quebrantos, la celebraban los franciscanos en la misma Jerusalén, de donde ellos mismos y la Tercera Orden franciscana seglar la difunden por todo el mundo cristiano. 
El Papa Juan Pablo reestructuró el orden y sentido de las estaciones, añadiendo una más a las XIV tradicionales, atendiendo más a su sentido teológico que a su localización.


Rincón poético

     BUENAS NOCHES

Buenas noches, Señor, el día muere
y su luz, declinando lentamente,
deja franca su puerta silenciosa
al misterio profundo de la  noche.
Puedo así recogerme en lo más hondo
de mí mismo, lugar donde me habitas.
Escucha mi plegaria con que intento
testimoniarte mi agradecimiento
por el tiempo que pones en mis manos
como un telar donde tejer mi vida.
Nunca podré pagarte la posibilidad
de seguir compartiendo
mi pan con los demás, mientras bendigo
el que tú pones en mi mesa.
Siéntate aquí conmigo
y acompáñeme siempre tu presencia
porque te necesito.


(De La verdad no tiene sombra)

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