martes, 6 de abril de 2010

Con diez bastan

Cuido el contenido y la redacción de mis homilías para no divagar desflecando lo que pretendo comunicar de manera precisa y breve. Sean breves y limpias sus palabras, pedía san Francisco a los predicadores de su Orden. Justamente por eso, me gusta puntualizar antes lo que voy a decir. Se concreta así mejor lo que se enseña y se expresa con menos palabras.
No se me oculta que, como observaba Marañón, no pasarán de diez los que me presten cabal atención. Es la razón por la que hablo igual si son muchos o pocos los que concurren a la celebración. Bastan que estén los diez que prestan atención a mis palabras, que no son tan mías, porque tengo muy presente que he de limitarme a trasladar a los fieles lo que importa hacer saber, de cada lectura evangélica que se haga, para que sea la palabra de Dios, no tanto la mía, lo que anide en el corazón dispuesto del oyente fiel.
Diez oyentes. Diez oyentes atentos, ni más ni menos, deseosos de aprovechar lo que Jesús les inspire. Con diez bastan.

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