¿Es esto ya la verde y juvenil primavera tantas veces cantada por los poetas?
Todos reconocen que este invierno ha roto de desusada manera las pautas estimativas a que suelen ajustarse las estaciones del año. Ha sido un invierno excesivamente crudo, de loca climatología, con temperaturas extremadamente bajas y un pluviómetro que no ha conocido descanso ni límites de normalidad..
Se admite toda clase de aclaraciones expertas, pero si la causa reside efectivamente en la contaminación de la atmósfera que nos protege de agresiones exteriores y regula los vaivenes de la temporalidad, la pregunta acuciante que nos asalta entonces es si así va a ser en lo sucesivo, dado que las anómalas condiciones que ocasionan este devenir del tiempo van a ser las mismas.
Acostumbrémonos entonces a una primavera tardía y dudosa, como ésta, a un verano intenso que se prolonga con vestiduras de otoño, y vuelta a entrar de bruces en un invierno tardío lleno de sorpresas pluviométricas y temperamentales.
Estamos a merced de quienes, desde los tronos cambiantes del poder, no exentos de intereses y parcialidades económicas, pueden devolver a la frágil esfera que habitamos, las normales circunstancias climáticas que echamos en falta.
Mientras tanto, la primavera parece que está ahí. Los almendros nítidamente blancos lo corroboran. Dispongámonos a gozar de su joven esplendor y su suave luminosidad.
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