domingo, 18 de abril de 2010

El acueducto y la fuente

La abundancia inmediata de la fuente de Cella mató al acueducto de lentísimas aguas lejanas, que llegaba cansado a la población desde Albarracín. Cierto que periódicamente, el municipio tenía que hacer onerosos gastos de su peculio en cerrar fisuras del canal, que avenaban el agua con la consiguiente pérdida.
Sucede que los romanos habían privilegiado a Cella como lugar estratégico campeante sobre la extensa llanura, y faltos de agua, trazaron meticulosamente y llevaron a cabo la trabajosa y difícil obra arquitectónica que fue el acueducto. Sólo que hacia la baja edad media, aflora de pronto, en días de copiosísimas lluvias, la fuente actual con que se enriquecen de modo ubérrimo los campos de la comarca, regados desde la cabecera del Jiloca, a cuyo cauce afluyen sus aguas.
Hubo años de tenaz sequía en que la fuente escondía remisa y pacata su beneficioso caudal, con el consiguiente gravamen de la economía local. El año 1930, la sequía fue tan extrema, que los campos se agostaron y se malograron las cosechas. ¡Qué pena que el desinterés por la colosal obra del acueducto, aparcado en las cunetas de la historia al considerársele inútil, quedara a merced de la incuria del tiempo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario