viernes, 2 de abril de 2010

Judas no ha muerto

Judas no ha muerto. Murió Jesús y los forajidos que le acompañaron en sendas cruces, pero Judas no ha muerto, porque la deslealtad existe.
Un hombre fiel es un amigo insobornable que está siempre al pie de cada cruz donde sufre el otro, sea quien sea, amigo suyo. Judas, incapaz de amor, no sabe de fidelidades, figura exacta de la falsedad y la traición.
Nadie nace traidor. La traición no se improvisa. Una traición se gesta a lo largo de un largo aprendizaje de maldad en un corazón que llega a saberse de memoria los oscuros laberintos de la perversión. Una traición de fragua con detenimiento, malevolencia y frialdad.
Judas se retrata sin advertirlo, y queda al descubierto, en la queja intempestiva por el perfume derramado con que María unge los pies de Jesús. No puede entender que el amor no repara en gastos, porque el amor no tiene precio. Es un hombre vil.
Judas es el marco oscuro que hace destacar por contraste la delicadeza del amor de Jesús, que muere por sus amigos. Judas era pequeño, demasiado pequeño, huidizo, la mirada torva y zalamera, la sonrisa adobada de fingimiento, las manos siempre frías. Judas no ha muerto.

1 comentario:

  1. Es una gozada leer sus escritos, este particularmente me ha encantado. La deslealtad está presente en nuestra vida, por desgracia.

    ResponderEliminar