martes, 17 de agosto de 2010

El Puente de San Francisco




Para el hombre primitivo tuvo que resultar una necesidad imperiosa tener que salvar un río por medio de troncos o cordajes. El puente de San Francisco tiene también su historia que se pierde en la oscuridad del tiempo. Y uno de los episodios más bestiales es el de su voladura en los años infelices de la contienda civil.

Disponemos de varias fotografías que nos permiten contemplar cómo queda el puente, dinamitado durante el asedio de la ciudad para impedir la toma de la ciudad por el adversario. No se ajusta entonces a ese intento lo del refrán: A enemigo que huye, puente de plata.

Se trataba de un puente de hierro de los que, tras las experiencias del ingeniero francés Eiffel, cundieron acercando orillas por los ríos españoles, y que aquí relevaba a otro anterior de madera, según la costumbre, obtenida de troncos de pino escogido en bosques de Albarracín.


El puente enlazaba el antiguo acceso de la carretera de Cuenca con el casco de la población. Concluida la guerra, el ejército instaló un puente pontonero sustituido luego por una pasarela, en paralelo con el malhadado puente de La equivocación.

De nuevo disponemos de un puente similar al antiguo de hierro, cerrado al tráfico, exclusivamente peatonal, que restaura y ambienta en parte el antiguo paisaje fluvial.

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