Jesús se transfigura en la intimidad de tres de sus discípulos. Frente a la dificultad de hacerles comprender el misterio salvador de su muerte y resurrección, elige a sólo tres como testigos de su gloria, y no será la única vez que lo haga. Pedro Juan y Santiago, junto con Andrés, forman el núcleo inicial de sus discípulos ya en los prolegómenos de su vida pública, a instancias de Juan el Bautista. Pero, ¿ y Andrés?¿Cómo es que Andrés queda rechazado?
No hay rechazo ni entredicho alguno. Sencillamente no cabe en el número selecto de los tres. Cabe pensar aquí también en el carácter misterioso de esa cifra, ya que el tres es signo de los divinos misterios en el lenguaje bíblico.
El número tres, asociado al misterio de los enigmas, lo vemos, en el Génesis, cuando José descifra, en Egipto, el significado onírico de los sarmientos y cestas, que son los tres días que tardará el faraón en reponer en su cargo al jefe de los escanciadores reales (gen 40). De tres días disponen los filisteos para descifrar la adivinanza que Sansón les ha propuesto (Jc 14, 14).
Al pueblo de Dios, el número tres, significativo de la divina protección, les acompañará durante la travesía del desierto: Tres días irá el pueblo al desierto a ofrecer sacrificios (Ex 3). Durante tres días se cernirán tinieblas sobre Egipto (Ex 10, 22). Tres jornadas andarán portando el arca sin hacer alto en el desierto (Ném 10,33). Pero donde el número tres se multiplica, como en una manifestación especial de la proximidad divina, es en el momento crucial en que Dios cumple la promesa de abrirles las puertas de la tierra prometida: cruzarán el Jordán al cabo de tres días, desde su llegada a su orilla (Jos 2,11).
Tres días permanecerán escondidos los exploradores en Jericó (Jos 2,16). Al cabo de tres días cruzarán el Jordán los escribas (Jos 3,2). A los tres días de cerrado el pacto, se percatarán todos de que ya están en pleno Israel (jos 9,16).
También sobre David cae el peso de esa cifra misteriosa, en la triple opción que le propone el profeta Gad, entre los castigos que le esperan, de los que escoge tres días de peste, sobre tres años de hambre o tres meses de continuas derrotas (2S 24, 13-15).
En el evangelio, tres meses permanece María con Isabel, su prima, en Judá( Lc 1, 56); a los tres días hallan a Jesús sus padres, en el templo (Lc 2, 46); tres son las tentaciones que signan el triunfo de Jesús sobre la astucia diabólica ( Mc 1, 12-13).. Tres veces anuncia Mateo el misterio salvador de Jesús (Mt 16, 21-23;17, 22-23;20, 17-19). Al tercer día resucitará Jesús.(Mc 16,1-6).
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