Pocos cielos tan diáfanos y limpios como el que cubre Teruel, constelado de estrellas a la manera de claro rocío celeste, para contemplar a placer y con desusada nitidez la lluvia de estrellas de San Lorenzo. No deja de ser un espectáculo gratuito que conmueve nuestra sensibilidad, siempre ávida del misterio que enciende de feliz curiosidad todo lo oscuro y maravilloso.
El momento de máxima intensidad de estrellas fugaces ocurrirá desde la 11 horas, momento en que la constelación de Perseo, al norte, aparece sin ser visto desde el horizonte, a la derecha de la W de Casiopea. Se puede contabilizar un promedio de 30 trazas instantáneas de luz, que en realidad son partículas del tamaño de un grano de arroz, desprendidas del cometa Swift-Tuttle, cuando su estela, y no él, al entrar en la atmósfera, a una altura de entre 80 o 500 km., ioniza el aire emitiendo una peculiar luminosidad, como si una tiza fosforescente rayara el firmamento. La esponjosa estela sigue una línea que va desde Perseo, a la derecha de Casiopea, hacia ambas Osas, pasandoles por el medio.
Han tomado nombre de San Lorenzo por su casual proximidad en el calendario, por más que lo de lluvia es una metáfora hiperbólica referida a su cuantidad y profusión. ¡Vaya por Dios! ¡No contábamos con la opacidad de estas nubes!.
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