miércoles, 11 de agosto de 2010

Los tatuajes

La moda es mimética por sí misma, es contagiosa. Responde a la esclavitud social que impone estar al día. La moda de los tatuajes, que como otras extravagancias, nos llegó de fuera, ha generado toda una pequeña industria de enseres, tintes, lociones y establecimientos donde se ejerce esta actividad de dejarle a uno la piel hecha unos zorros. Hay personas tan encubiertas por esta clase de tiznes, que casi no se los ve.
Si el ser humano es bello en sí mismo, también lo es la piel tersa y limpia que lo envuelve. La turgencia de la piel no necesita adorno alguno que altere su realidad protectora del cuerpo. Admitamos abiertamente los adornos tradicionales de poner y quitar que no inciden en la piel misma y que se añaden al cuerpo dándole prestancia, como pulseras y relojes u otros dijes de humilde bisutería.
La intensidad con que esta manía empuja a ensuciarse afanosamente la apariencia corporal, sobre todo entre los jóvenes, es tal, que en una ciudad tan pequeña y recoleta como Teruel, los establecimientos donde se puede uno enjoyar el cuerpo con semejante actividad encubridora del hombre, son varios.
¡Y uno que pensaba que esto de los tatuajes era un signo de atraso milenario propio de tribus indígenas de África!

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