Valdría la pena hacer en nuestros días una encuesta con esa misma pregunta de Jesús a la gente. ¿Quién dice hoy la gente que es Jesús?
Mucho me temo que mucos titubearían y no sabrían qué responder. A Jesús no se le conoce y, en general, quien cree conocerlo, lo conoce mal o lo conoce apenas. Es incluso deficiente el conocimiento que tienen de él muchos cristianos. Tal vez, porque no salimos a las terrazas a gritar su nombre.
Hablamos mucho de Jesús entre nosotros, los cristianos, pero la gente no gusta demasiado que se le hable de él. Prejuicios anticlericales falsean el rostro verdadero de la Iglesia, que es el de Cristo. Es cosa de curas, arguyen desde la banalidad. De beatos. De fachas. Nos queda desmentirlo enérgicamente viviendo a Jesús y su palabra con naturalidad, con fidelidad. Si el testimonio ejemplar de nuestra vida consigue ser entendido y respetado por la nobleza y sinceridad de nuestra conducta en el mundo, en esa misma medida estaremos transparentando la verdad de Cristo y dándolo a conocer.
Es esa la levadura de la acción cristiana en el mundo de que hablaba Jesús.
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