domingo, 10 de abril de 2011

Lázaro, Jesús y sus detractores

Entre arrodillarse sobrecogidos ante el poder de Dios, que en la persona de Jesús pone en pie la sangre muerta de Lázaro, está la inaudita superficialidad de unos judíos que se alteran porque ven sólo la ocasión de que crezca el número de los seguidores de Jesús.
¿Qué explicación dan a sus milagros del nazareno? Simplemente, no la dan. Cierran los ojos para no ver. Se emboscan en sus prejuicios contra el nazareno.
El prejuicio es ina idea prefigurada y fija sobre lo que no se sabe ni se quiere saber. Hay en el fondo de todo prejuicio una predisposición a desviarse del juicio ajustado a verdad, desde la rutina mental que se satisface en sí misma, cerradas las ventanas a la luz. Y así las cosas, ¿qué sentido tiene para el obcecado que Jesús resucite a un muerto?
Y el caso es que en el Deuteronomio se dice ya: Pongo ante ti la vida y la muerte. Escoge la vida.

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