sábado, 9 de abril de 2011

Polémica en Jerusalén

        Jerusalén está dividida. Unos creen en Jesús; otros le niegan. Unos reprueban lo que dice y hace; otros entrevén en sus discursos algo indefinido y singular que revela al mesías prometido. Y entre esos defensores de Jesús, figura un fariseo, Nicodemo.
Es éste posiblemente el texto más tirante donde la tensión dramática alcanza niveles de enconada polémica entre quienes blanden al punto los aceros de la violencia como recurso siempre a la mano, y quienes les replican con sosegado talante, porque están aprendiendo a escuchar y empiezan a conocer y creer en Jesús.
Es siempre así. A Jesús hay que escucharle primero sin prejuicios, abiertamente; rumiar su palabra siempre autorizada con sosegada actitud, y en el silencio del recogimiento interior, dejarse templar el ánimo con la gracia de la conversión aneja a la fe en sus verdades.
Algo sabe de todo esto Nicodemo, un fariseo de buena voluntad que visita a Jesús al ponerse el sol, amagando su silueta por entre las sombras de la noche, porque en la noche atrae más la luz..

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