jueves, 22 de septiembre de 2011

La realidad de Dios


El profeta Ageo, al regreso del destierro, devastado el país después de setenta años de abandono, anima a la gente a recuperar su identidad, porque en el encuentro con Dios que es la práctica religiosa, no se conoce a Dios creador si no se conoce a la criatura creada por él, y les recuerda que en el destierro, Dios siempre está más asequible y cerca. A quienes les tienta el pesimismo, podrían pensar, desde este razonamiento, que en los sinsabores, en los malos momentos, es donde está más cerca Dios.
El Qohelet nos recuerda a su vez que todo tiene su tiempo y oportunidad, tiempo de sembrar, de recoger, de callar, de hablar, tiempo de contratiempos y satisfacciones. Y ocurre que Herodes tiene curiosidad por ver a Jesús, quien no sentía ninguna por conocer a Herodes. De Jesús interesa el don de su enseñanza, porque hay un tiempo para estar con Dios y escuchar su palabra.
Jesús pregunta qué piensan unos y otros de él. Si la luz del evangelio no nos preside, cabría entonces preguntarse también: ¿Quién es hoy Jesús para mí? Mi comprensión de Jesús, con quien comulgamos en todo, comprende su cuerpo entregado como rescate por nosotros en la cruz, que sale a nuestro encuentro resucitado y glorioso, razón de todo nuestro amor a todo y a todos.

Divagación: Entretiempo

Si preguntamos a varios en qué día en concreto comienza el otoño, pocos lo sabrán con exactitud. Las fechas asignadas oficiosamente, en la práctica lo son de modo estimativo, porque el tiempo es azaroso y libertario. Sabemos por qué recodos del año suele dar sus primeros pálpitos, pero su trayectoria es sinuosa, razón por la que, en general, los pronósticos del tiempo resultan inciertos, aunque los ampare todo un cúmulo de cálculos científicos que no han sido capaces de hacer olvidar del todo a los antiguos augures del templo romano.
Pero, sí. El otoño ya está ahí, enseñándonos su podadera, dispuesto a desnudarnos los frondosos árboles del parque tan animado y alegre hasta ahora, que pronto estrenará sus primerizas soledades.

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