martes, 27 de septiembre de 2011

Y no le recibieron

Es muy expresiva esa advertencia evangélica de Jesús, necesitado de un lugar donde pasar la noche: no le recibieron. Dios entre los hombres y el mundo no se entera. Ni entonces ni ahora. Vino a darnos lo mejor, su amor, el misterio del perdón, su misma vida. Y no le recibimos. Era como uno de nosotros y no supieron discernir quién era. Y un día, en un recodo del camino, nos daremos de bruces con él. ¡Qué ridiculez pretender entonces sea él quien nos reciba a cambio de tanto desprecio! Pero nos recibirá.

Diferentes sensibilidades

La seriedad del norte europeo tiñe de una cierta frialdad su espiritualidad en sus manifestaciones más obvias, sufridores de un clima adverso, como en cambio la alegría espontánea del sur halla su justificación en un contexto geográfico luminoso y abierto. Se diría que la Pasión se siente más hondamente en el norte y la Resurrección entre nosotros, bien que sean inseparables. Nuestras iglesias son luminosas y alegres, pobladas de Vírgenes y santos; las del norte quedan despobladas, en el ámbito gótico de escuetas líneas góticas rectas y frías. La fe es la misma. No lo somos los creyentes ni el lenguaje con que la expresamos en cantos, rezos o en piedra. Creo yo.

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