Reflexión: El tatuaje
Hasta no hace tanto, el tatuaje era un signo de atraso con que identificábamos a tribus salvajes desconocedoras de la civilización. Lo copiaron los marineros para resaltar su musculatura y hasta Popeye lo hizo suyo. Japón mantuvo la costumbre de envolverse en dragones tremebundos enrojecidos y toda suerte de arabescos y ajedrezados inverosímiles, hasta desaparecer la persona como encapsulada al modo del gusano de seda. Hoy el tatuaje se ha generalizado y vulgarizado incluso con mal gusto y sobrada zafiedad y uno no puede evitar sentirse incómodo ver hombres y mujeres encubiertos con esas incrustaciones enajenantes tachando la propia piel, con manifiesto desprecio a la belleza del cuerpo humano. ¿Se imaginan una escultura griega pintarrajeada por un gamberro?
Rincón poético
MADRE DE DIOS
¿Cómo se e

con un arcángel, si no
tienes acceso a la puerta
que da a Dios?
Señora, si no supiera
que eres la Madre de Dios,
pensaría que has robado
luz al sol.
Pensará así quien no sabe
la hondura de tu bondad,
y le ofusca, confundido,
tu verdad.
San José sí lo sabía.
Eres la Madre de Dios,
quien de tu belleza él mismo
se prendó.
No existe mujer alguna
a quien tanto honró su luz.
Tu historia es la misma historia
de Jesús.
Y así es cómo te bendijo
luego tu prima Isabel:
Eres la Madre de Dios
por tu fe.
(De Poemas para andfar por casa)