miércoles, 7 de diciembre de 2011

Venid a mí

En momentos de agobio y depresión, puede tentarnos a nosotros, como a Isaías, aquello de que: Mi camino está oculto a los ojos de Dios. ¿Quién soy yo para Dios se ocupe de mí?
La persona desalentada se deja tentar por la idea de que si Dios viera el problema que la agobia, ya estaría ahí, a su lado, prestándole su ayuda. Y la verdad es que Dios está ahí, aunque necesita que nuestros ojos ciegos lo descubran. Dios está siempre en todos los lugares de encuentro que son el dolor, el desencanto, el sufrimiento, porque el dolor se identifica siempre con Jesús crucificado.
A los atribulados, a los pobres y los humildes, a los enfermos; a los torturados por la incertidumbre y el infortunio y a los que sufren carencias de cierta entidad, es a los que dice Jesús venid a mí los que estéis atribulados.
Nuestra oración más comprensiva debiera ser ésta: Señor, enséñame a olvidarme de mí y mirar más en torno mío. Enséñame a colaborar contigo en el bienestar de los demás, en el alivio de las cargas que pesan sobre otros.


Reflexión: Tending topic

Es llamativa la propensión periodística a recurrir al vocabulario ingles para adoptar en el lenguaje nuevas locuciones que crujen en castellano. En estos últimos tiempos tan económicamente revueltos, para destacar un tema recurrente, se le unce el calificativo de tending topic, como quien lo envuelve en papel de plata o quien le pone un sello a una carta, ¡y ale!, a circular. Son maneras estrafalarias de evitar usar el castellano con propiedad, tiñéndolo de exotismo, al igual de quien pretenda elevar la moda a categoría de valor literario en la expresión. Sólo que la moda es superficial, caprichosa y efímera. Menos mal.


Rincón poético

EL RÍO

El río se va. Sus prisas
tendrán alguna razón.
¡Qué mas da llegar en punto
o tarde a su defunción,
que al fin llegar pronto o tarde
no es bueno o malo, es peor!
No hay normas que rijan ríos.
Como este mismo no hay dos,
largo o corto, ancho o estrecho,
porque así los hizo Dios,
como el hombre, como tú,
como todos, como yo.
Son las huellas digitales
que sellan el corazón.

Era un río amable, un río
humilde y sin pretensión.
La lluvia lo acreció tanto

que gana en cotización.
Ya no es el río pequeño
aquel. Se ha hecho mayor.

Todo cambia, para bien
o mal. ¡Qué contradicción!
Nació entre cuatro guijarros,
pero más limpios que el sol.
¡Qué sucio transcurre ahora,
tan limpio cuando nació!

¡Cuidado, que hay una curva!
¡No haya miedos, vive Dios!
Es una curva en que escaba
lentamente su azadón.

Ha perdido la mesura,
el tacto, la contención.
Prefiero la fuente aquella
al río que ella alumbró.



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