jueves, 1 de diciembre de 2011

Edificar sobre seguro


Jesús nos aconseja que procuremos edificar sobre seguro frente a quien edifica sin proyectar, y elegir bien el lugar, porque, faltos de fundamento, las adversidades nos desbordarán y llevarán por delante. Edifica sobre seguro quien escucha la palabra de Dios y la pone en práctica. Y hoy las palabras de Jesús nos enseñan que yerra quien piensa que rezar lo es todo. La súplica ha de hacerse en armonía con una conducta ajustada a la divina voluntad de Dios. Hay que cohonestar plegaria y actividad, de modo que podamos pasar de la una a la otra. En ese ritmo, la oración iluminará siempre nuestros pasos, y nuestra actividad sellará el buen propósito de tener siempre contento a Dios. Que nuestra oración sea entonces esperar que la divina palabra nos ilumine para no tropezar en nuestros quehaceres, viviendo siempre en conformidad con los deseos de Dios.


Reflexión: Puntos de certeza

En severos momentos de crisis y aturdimiento, no saber qué hacer es comprensible, por más que titubear equivale a detener el paso y meterse en un callejón sin salida, cuando lo que interesa es encontrar una salida airosa. Al campo se sale, no para huir sin destino atolondradamente, a ciegas, sino para gozar de su calma infinita y admirar su espectacularidad. No hay mayor torpeza que huir uno de sí mismo. Importa buscar puntos de certeza que den estabilidad y firmeza al que no hace pie. Punto de certeza por excelencia es creer en Dios, que del caos inicial obtuvo el ápice perfecto del equilibrio y el orden. Quien pone la fiebre de su cabeza entre sus manos, halla, cuanto menos, serenidad y el lenitivo de su comprensión compasiva. Quien cree en Dios no se tambalea con facilidad, porque vive cogido al más firme de todos los asideros. En los perores momentos, Cristo está con nosotros. Se dejó clavar las manos para no irse de nosotros ya nunca del todo.

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