martes, 6 de diciembre de 2011

La alegría de Dios

Se nos anuncia con gozo que nos va a brotar un vástago nuevo de la casa de David, quien, en su día, nos exhortará a otear el horizonte en esperanzada alerta, consideración educativa que iremos madurando mientras asistimos : a la presencia de la Virgen como icono de esperanza, a las curaciones con que Jesús devuelve la esperanza a los que no la tienen, a la predicación de Jesús, que nos enseña que cabe edificar sobre seguro según la divina palabra, a la predicación de Juan Bautista sobre la inminencia de Cristo entre los hombres. - al perdón de los pecados que nos vuelve a poner en pie. Y es de ver cómo campea sobre la noticia de la venida de nuestro educador Jesús, la alegría por la conversión. Dios no es indiferente a nuestros desvíos, porque es un Dios atareado siempre en busca del hombre. Somos para Él más importantes de lo que podamos soñar. Se explica así que Dios no sea un dueño implacable que condena al pecador, sino un buen amigo que se alegra infinito del regreso de los exiliados de su corazón. Es la alegría del padre al regreso del hijo pródigo, la alegría del hallazgo de la dracma perdida, la alegría por el don dado a los sencillos de corazón, la alegría de las bienaventuranzas. El centro de toda reflexión teológica ha de ser, pues, la alegría de Dios por nuestra santificación, de modo que trabajar por la salvación de los hombres, es trabajar por la alegría de Dios. No le neguemos a Dios la alegría de ser suyos.

Reflexión: El pedigree

Se dice el pedigree de animales de raza cuyas cualidades conviene preservar. Animales de raza son el perro o el caballo. No lo son la gallina, el conejo o el cerdo, por muy domésticos que se precien, que quedan como villanos de corral, fuera de todo árbol genealógico; carecen de toda nobleza. Al gato se le dispensa semejante control; basta que sea gato y cace ratones. Al hombre carente de toda pertenencia nobiliaria, no se le niega, al menos, la nobleza de corazón, cuya jerarquía no engloba a todos por igual. ¿Cómo es la raza del caballo? Es el más noble de todos los animales. Los nobles dicen de sí que tienen la sangre azul. Entre los hombres corrientes y molientes, los hay que la tienen incolora, porque carecen de ambos tipos de nobleza, la azul y la de rojo intenso. Son los plebeyos impenitentes de nuestros días, al borde siempre de la indiferencia moral, sin ideales que cultivar, vacíos como avellanas vanas. Allá ellos. Prefiero al caballo y al amigo del hombre que es el perro; galgo o podenco; no discutamos.


Rincón poético


EN LO HONDO DE TI

No le pongas cerrojos a la puerta.
Es posible que ya le tengas dentro
escondido en ti mismo
tras los pulcros visillos del silencio.

Está como si no estuviese. Mira
que es tan tupido el velo
en que se embosca, que aunque lo adivines,
si él no se deja ver, has de creer
sólo que está; no intentes verlo.

Huye de ti, del ruido de ti mismo,
desazonado, inquieto,
pero está, recostado en un rincón
sobre el mullido musgo del silencio.
El amor es esquivo si no cierras
tus ruidosas ventanas desde dentro.
Le desconcierta el griterío, niega
al amor la inclemencia del estruendo.
¿Son ruidosas las manos que se buscan?
¿Son ruidosos los besos?

Háblale apenas como quien susurra.
Háblale poco a poco, con el gesto
enamorado de tus ojos,
que apenas se perciba lo que le estás diciendo
como si hablases apagadamente,
como si hablases sin hablar, muy quedo.
Y escúchale allá dentro de ti mismo.
Escucha silencioso y tan atento,
que percibas su voz callada, como
alado roce con que pasa el viento.

(De Poemas para andar por casa)

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