sábado, 3 de diciembre de 2011

Envío de los Doce

El envío de los Doce no es un mero ensayo de predicación; lo que sucede es que el gentío desborda las posibilidades normales de Jesús y ante la abundancia de la mies, hay que organizar la evangelización de la gente contando con la colaboración de otros obreros, para lo que capacita a los suyos con su dones. No basta con predicar; hay que obrar también a la manera de Jesús dando respaldo testimonial de la eficacia de la palabra divina. En todo hay que procurar ser como Jesús haciéndolo presente ante los demás, y en esa medida, no nos predicamos a nosotros, sino a él, que estará de esa manera con nosotros.

Reflexión: El buen humor

El buen humor es una secuela inteligente de la alegría de vivir gratamente. El buen humor es cristiano porque ama la luz y la paz. Lleva en la mano una pluma sutil con que hacerle cosquillas al corazón. Aceptar el buen humor es poner buena cara a la vida, porque es congraciarse con los rasgos geniales con que florece la inteligencia, que nos humaniza. El buen humor es un lenitivo siempre, porque sus vendajes de invisible gasa se aplican sobre los desconchados del ánimo. Contribuye, en el tumulto ciudadano, a respirar a pleno pulmón por los bosques del buen gusto. Es como una excursión al país de la dicha. Cómo no, si el buen humor funda el aroma suavísimo de toda genialidad. Existe así la expresión humorística de la frase festiva y el dibujo genial cuyas sugerencias nos hacen sonreír. Un garabato rebosante de humor puede competir con la expresión graciosa de una frase dicharachera. Y aun hay ensayos de música burlesca que no desmerecen de tan noble intento. En vez de con farolas de encarecida luz inalcanzable, iluminemos la vida con viñetas de buen humor. La mano de Dios lo bendice.


Rincón poético

LA LLAVE EN EL ESPEJO

He puesto llave en el espejo,
que no le diga a nadie a quién ha visto,

como el pozo no dice

quién se asomas al brocal.

Le he puesto llave, la que tienen

el olvido y la muerte y el silencio.
Que no le diga a nadie
a quien ha visto vanidoso
mirándose, atusándose, lamiéndose.

Hay alguien que pregona:
-Yo nunca me he mirado en el espejo-.
Allí está desmintiéndose;
en su espacio de sombras
lo registra el espejo.

No importa. No dirá a quiénes ha visto.
He puesto llave a sus secretos.


(De Poemas para andar por casa)

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