viernes, 13 de enero de 2012

Curación del paralítico


Cumplido el primer periplo de su predicación, de aldea en aldea, regresa Jesús de nuevo a Cafarnaún. Su fama ha cundido por doquier y el gentío le obliga a predicar a campo abierto.
En Cafarnaún, la casa de Pedro queda atestada de gente, hasta atascar la puerta que da al patio. Una familia que trata de llevar a un paralítico hasta Jesús, ha de descolgar la camilla del enfermo por un agujero practicado en el techo de la casa.
A Jesús le sorprende la fe de estas personas, y cura sin más al paralítico. Tres son, así, los signos de la novedad del Reino, en su acción liberadora de toda opresión:
-la victoria sobre el fanatismo, representado por los posesos.
-la victoria sobre la muerte, representada por la lepra,
-y la victoria sobre la esclavitud, representada por la parálisis.
El poseso librado del fanatismo significa la libertad de espíritu; el leproso perdonado representa la vuelta a la vida social y espiritual; y la curación del paralítico, atado a la dependencia de otros, nos enseña que la libertad es un bien inherente al hombre, necesaria para poder obrar y realizarse responsablemente.
Sobre la acción evangélica contra leyes y actitudes inhumanas, Isaías había dicho de Cristo: El Espíritu del Señor me ha enviado para dar libertad a los oprimidos. Y Jesús añade: la verdad os hará libres.
Que Dios nos ayude al menos a fomentar el amor a los mermados de libertad.


Reflexión: El calendario

Medimos las horas con el reloj, hoy ya casi incorporado a nuestro cuerpo; con el calendario, recién estrenado ahora, los días. Sólo que el reloj tiene más cuerda; si bien hoy es frecuente que te mida el tiempo de más compleja manera, ya que incorpora calendario, entre otras mediciones minúsculas igualmente rotativas. No es tan exagerado hablar de la noria del tiempo o que los antiguos, como los aztecas, refieran a los dioses el tiempo circular. Invitaba a ello el ritmo eternamente repetido de las cuatro estaciones, con música de Vivaldi o sin ella.

Rincón poético

APRENDIZAJE DE AMOR

Seguirte a ti sabiéndote camino,
qué fácil es tener a buen recaudo
el beneficio de tu amor constante.

Amándote, he aprendido
a amarte, una gozosa asignatura
que no tiene final.
Amándome me enseñas
a amarte. Tu cariño
es el matraz y la pizarra donde
ensayo el mío, y su progreso es claro,
aunque no tanto como yo querría.

Quiero seguir tan alto aprendizaje
de amarte más y más,
un ejercicio placentero y ardoroso,
cuyo afán nada sacia, porque temo
que sólo lograré amarte del todo,
cuando no ame ya en mí
nada que tú no seas.

(De Poemas para andar por casa)

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