Por primera vez, Jesús pisa Cafarnaún, y predica en la sinagoga. Los evangelistas son unánimes al consignar la sorprendente impresión que produjo en sus oyentes, llenos de curiosidad. Mientras escribas y fariseos ajustan sus enseñanzas a la Escritura, él es la Palabra misma de Dios y habla con la autoridad que le confiere el Espíritu de la verdad que le habita e inspira. Poco a poco, la figura de Jesús se les haría familiar.
Destaca, en su forma de hablar, la preferencia por el contraste con que cobra relieve su enseñanza, la repetición intensiva con que da densidad a lo que dice, la comparación y la parábola, en busca de la facilidad de ser entendido, la mayor persuasión posible, y la hondura de sus verdades.
Sus temas más socorridos son la llegada del reino y verdades como el amor del Padre y su propósito salvador del hombre. Librar a los posesos de la esclavitud diabólica es una constante en su actividad. Acompañarle es andar entre pecadores, pobres y enfermos.
Reflexión: Inflación de reyes magos
Hay inflación de reyes magos. A la caterva de reyes magos que ha inundado la geografía española, hay que añadir la de esos señores pomposos, vestidos de rojos y tocados con un gorro también encendido y ribetes de blanca nieve, llegados del norte. Papá Noel se dedica a abrazar a los niños y recibir sus cartas pedigüeñas. Las cabalgatas prefieren magos generosos, lanzando desde sus estrados motorizados caramelos a puñados a la gente menuda.
Y eso es lo curioso, que en un mismo desfile figuren varias veces los tres reyes magos, sumando los cuales, dan algunos más, tal vez sucedáneos suyos o burdas imitaciones, porque en Belén eran sólo tres, no tres o cuatro veces tres. Convengamos en que, a más reyes, mayor cantidad de juguetes y chucherías, en franca contradicción, porque los niños son cada vez menos, y a menos niños, menos juguetes, aunque también menos apuros para los padres que costean el gasto. Lo dicho; la monarquía mágica sufre una notable inflación.
Rincón poético
SE VA LA ESTRELLA
María, hay una estrella
sobre el pesebre.
Bájasela a tu Niño
para que juegue.
¿Quién fue el que tanta luz
prendió en la estrella.
El Niño ha sonreído
gozoso al verla.
Un rey mago la enciende,
otro la lleva,
y un tercero la baja
con una cuerda.
Antes de irse los magos
en sus camellos, pliegan
la estrella y la han metido
en un saco de seda.
- María, el Niño llora.
Ven aquí afuera,
que el pesebre se apaga
ya sin la estrella.
se va la estrella.
(De Poemas para andar por casa)
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