Como sociedad formada por personas, la Iglesia respeta las reglas justas que demanda la convivencia. Pero la elección divina de los Doce, no es un acto administrativo que se atenga a normas autoritarias o democráticas, sino a una concepción religiosa del hombre que la Iglesia conserva, heredada de Cristo, nuestra ley.
En la Iglesia rigen las reglas del amor, y el amor sólo entiende de entrega. Esos doce discípulos lo serán en la medida que se den por Cristo.
Doce, porque es un número sagrado de raíces simbólicas, las doce estirpes de Israel, por más que Dios nos elige a todos para la salvación de todos, porque la salvación es universal. Esa es nuestra democracia, trabajar fraternalmente para que todos lleguemos a ser igualmente hijos de Dios.
Dios es amor. Jesús es Hijo del amor, y del amor de Cristo nace su Iglesia, que comporta la negación de sí mismo en favor de la entrega a los demás. Esa es la norma a la que todos debemos ajustar nuestra conducta, el sometimiento al amor de los demás, a semejanza de Cristo, obra del amor a Dios que nos amó primero.
Reflexión: Con retranca
Se dice de alguien que habla con retranca, cuando se expresa con retintín y sarcasmo. Equivale al habla cachazudo que adoba la ironía. Veo con extrañeza que no lo registra el diccionario del uso del español de María Moliner y no adivino por qué.
Escribir de un tornillo, que con la herrumbre se vuelve aun más retorcido, es expresarse con retranca. Que unos niños, en la escuela, bauticen con el sobrenombre de Rompetechos al humilde compañero canijo que se resiste tozudamente a crecer con normalidad, es proceder con retranca.
Retranca, así, es sinónimo de befa, chufla, guasa, actitudes no exentas de riesgos. Un afamado escritor dramático español de los siglos clásicos, que gustaba de proceder desmedidamente, así, con escritores participantes en determinados concursos de iniciación literaria, fue acuchillado, de noche, creo que en la calle Arlabán, en Madrid, por alguien que, embozado y anónimo, se había sentido herido en su honor, otra forma de expresarse que no incluye la retranca, sino el despecho. No es lo mismo.
Rincón poético
LA LUZ DE DIOS
Ya no hay estrella en Belén.
Hubo alguien que la apagó.
Y han quedado los caminos
oscuros como tizón.
Mas no importa demasiado.
Siempre hay luz donde está Dios.
Noche cerrada esta noche
como el luto y el dolor.
Alguien apagó la estrella;
sola ella no se apagó.
Mas no importa demasiado.
Siempre hay luz donde está Dios.
Una vela se consume
en la llama en que ella ardió.
Ojalá no se le apague
al hombre su corazón.
Es lo más maravilloso:
siempre hay luz donde está Dios.
(De Invitación al gozo)
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