domingo, 29 de enero de 2012

Tú eres el Hijo de Dios

Que los diablos griten ante la gente que Jesús es el Hijo de Dios, hace pensar que están a su favor y tratan de atraer a la gente hacia él. Los diablos se han vuelto locos.
La malicia personificada en cualquier espíritu impuro, se opone a la santidad de Dios, el único santo, tres veces santo le cantan los coros angélicos. Contra la impureza, el exorcismo es una muestra de la actividad poderosa de Jesús, que para no ser tomado como un simple milagrero, el evangelista lo muestra envuelto en una enseñanza. Los evangelios hacen hincapié en este cometido de Jesús, ya que en su época era considerado un poder exclusivo de Dios.
El diablo es astuto. Que acate ante la gente la divinidad de Jesús, encierra evidentemente alguna maldad. En apariencia, es un reconocimiento de Dios, pero un reconocimiento diabólico que equivale a manifestar que con la llegada del reino salvador que personifica Jesús, su propio reino se tambalea y teme lo peor. Recurre, por eso, a que la gente le reconozca, le jalee y proclame rey, y así acabar con Jesús por la vía rápida, porque los romanos no tardarían en sentenciarlo, por sedicioso.
Aquí, Jesús se percata de ello y reacciona al instante, acallando severamente la voz perversa. Ya en la multiplicación de los panes, la gente se propone hacerle rey y él no pierde tiempo en escabullirse de inmediato como mejor puede, para impedirlo, y se interna en el monte.
El diablo es artero. Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, decía Jesús. La gracia de Dios que nos hace sensibles a todo lo que huele a maldad, nos dirá dónde se oculta y cuáles son sus maneras taimadas en todo momento.


Reflexión: Ser joven

Lo de ser joven, sea cual fuere la edad que uno tenga, puede constituir un soplo de aliento para más de uno que se ha dado cuenta de que ya no lo es. Creo que lo relevante es ser lo que se es en cada momento ilusionadamente, no ilusamente, sin engaño alguno.
La verdad nos hará libres, en la medida que la sepamos vivir con naturalidad, libres de la ofuscación con que nos mentimos a nosotros mismos o transgredimos desde la insensatez. La única manera de ser llanamente jóvenes es percatarse de que no lo somos, de lo contrario nos desengañarán crudamente los alifafes y achaques con que la edad nos jalona el curso de la vida. A lo sumo, vivimos juvenilmente cuando no cedemos al cansancio y los decaimientos que barre la alegría de saberse a la sombra de Dios. Una cosa es la juventud y otra la jovialidad.


Rincón poético

YA NO OS LLAMO SIERVOS

Llamaba amigos suyos
Jesús a los que amaba.
Sólo a quien prefería;
no a los que le increpaban.
¿Qué tengo yo que hacer,
que entre así en su compaña?

Adversarios reputa
a cuantos de él se apartan.
Saben sus seguidores
que es firme su palabra.
¿Qué tengo yo que hacer,
que entre así en su compaña?

Amarle inmensamente,
amarle como le aman
aquellos que le han dado
todo a cambio de nada.
Sólo así lograrás
entrar en su compaña.

Una cosa te pido
desde el fondo del alma.
Déjame ser tu amigo.
Sólo tú me entusiasmas
Haré cuanto me exija
entrar en tu compaña.

(De Invitación al gozo)

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