martes, 24 de enero de 2012

La familia de Dios

Los familiares de Jesús no creen en él y se valen de su madre para reducirlo a la casa paterna, convencidos de que no está en sus cabales.
Lo que intentan es grave: impedir que Dios lleve a cabo su obra salvadora del hombre en la persona de su Hijo. Ya lo entenderán con el tiempo, cuando muerto y resucitado, se aparezca a una multitud en Galilea y acaben por reconocerlo ellos mismos.
La frase con que replica Jesús a sus familiares carnales, indica que está poniendo la clave doctrinal de lo que será el arco de su Iglesia. Los que creen en él y aceptan su palabra, esos son su familia sagrada, hijos todos de un misma Padre.
Que Jesús nos dé la fe que necesitamos para percatarnos de que somos hijos de Dios y hermanos suyos, su familia eterna.


Reflexión: Trovador. com

Trovador.com es un espacio en Internet, fundado por un grupo pastoral de cristianos que comenzó produciendo música religiosa católica y acabó fundando ese portal, que ha llegado a reunir la no despreciable cifra de diez millones de visitas. Comienza sus actividades en 1994 y dos años más tarde amplía ese radio de acción, dirigido a los países de habla hispana, con fines evangelizadores. De la acogida que tiene entre los usuarios de internet, habla bien claro la cifra sobresaliente de las visitas que se giran a dicho portal.
Es conveniente tomar en consideración hechos como estos que nos muestran palmariamente que la vivencia de la espiritualidad cristiana está viva, sobre todo cuando advertimos que son jóvenes los avezados a emplear estos medios de la técnica moderna para alabar a Dios. Laus Deo!


Rincón poético

EL ALIENTO DE DIOS

Espíritu divino, cuyo aliento
me unce al amor de Cristo
y calienta mi fe, te necesita
mi esperanza también, porque si olvido
percibir cuanto espero
desbordado de gozo,
es que mi fe flaquea y la ceniza
ennegrece el amor con que a Dios amo.

Sopla sobre el rescoldo que me queda
y resuélvelo en llama. Aventa lejos
el polvo que esmerila la mirada
y no me deja ver con fe sincera
la límpida belleza
del rostro de Jesús resucitado.
Inspírame, que vea
su luminosa mano
en la sombra que arropa al pan y al vino.
En fin, inspírame qué debo hacer,
Espíritu divino.

(De Invitación al gozo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario