lunes, 23 de enero de 2012

Tiene dentro a Belcebú

Con razón pedía Jesús que creyeran en su palabra.
Los escribas pertenecientes al grupo de los cumplidores, entienden que el Reino de Dios será una irrupción del poder de Dios que acabará con los no cumplidores, con los pecadores. Jesús predica la conversión y el arrepentimiento, en contra del cumplimiento y coleccionismo de las obras. Para ellos las obras tienen un precio con que comprar la salvación y hay que acumular obras, muchas obras, aunque sea de manera rutinaria. Esto conduce a la insensibilidad ante los débiles. Hay que acabar con ellos y con Jesús.
Pero, ¿cómo explicar entonces los milagros Jesús? Con el poder de Belcebú, príncipe de los demonios. Es el demonio, no él, quien hace lo que hace. En eso se resume todo lo que se les ocurre. Y Jesús les hace ver la contradicción en que incurren. ¡Nadie es tan necio que luche contra sí mismo!


Reflexión: Amigos y amigos

Es que hay amigos y amigos, y de todos debemos tener en mucho el favor gratificante de su amistad, bien que no por igual en nuestra estimación. Acabo de leer una frase muy explícita al respecto que dice mejor que yo: “Un buen amigo llega a tiempo, los demás cuado tienen tiempo”. No es lo mismo, en cuanto los unos acuden con presteza cuando se los necesitas; los demás, cuando les place. Supongamos que, desde hace tiempo, te complaces en dar de comer a unos gorriones. Uno de ellos se te pone en el hombro y baja a comer en la mano; los otros picotean por el suelo lo que les echas. Unos y otras se han acostumbrado a ti confiadamente. Algo así.
No dudes en corresponderles a todos con tu aprecio y agradecida consideración. Aun así, no dejes de analizar en cuál de esos dos hay que situarte a ti, cuando son los demás los que requieren tu tiempo y distinción.


Rincón poético

POR LOS CAMINOS DE DIOS

Tus caminos, Señor, siguen la estrella
que le brilla en la frente al horizonte.
Sé cómo andar contigo
a pleno sol y a plena noche.

Sé la manera
de seguirte pisando tus pisadas
con delicada exactitud, sé cómo han ido
siguiéndote esforzados, tras de ti,
quienes hicieron suyas tus demandas.

Yo lo intenté también, quise empaparme
de ti, con las maneras
que vi en los otros. Sólo que no es fácil
seguirte. Sabes bien que lo quisiera.
Me es muy difícil modelar mi barro
sobre el patrón de tu evangelio
para ser como quieres
que sea, y tú conoces mis intentos.

Sé qué quieres de mí.
Sé cómo andar contigo.
Sé con qué indiferencia
tratas a tus amigos.
¿No ves acaso cómo me disuaden
las estrecheces del camino?

No me deja hacer pie
esta arena que pisan mis deseos.
Es como quien te pone impertinente
una mano en el pecho.
No dejes que me arrastre el oleaje,
mi Señor, mar adentro.
Dame tu mano amiga,
como aquel día se la diste a Pedro.

(Del poemario Invitación al gozo)

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