Si las raíces del reino tienden a la expansión del amor de Dios, cada cura realizada por Jesús, es una proclama en favor de ese reino que proyecta la sombra de la santidad infinita de Dios sobre el hombre.
Es sábado. Que la enferma, repuesta de su enfermedad, se disponga sin más a servir a Jesús y acompañantes, además de ser la prueba de su recuperación más completa, lo es de que ha aprendido a observar el sábado desde un punto de vista cristiano. No se guarda bien el sábado no haciendo nada, sino haciendo el bien. Pero no es ese el proceder de la gente.
La gente del lugar estima que el descanso sabático prohíbe severamente realizar obra alguna y esperan a que caiga la tarde para llevar sus enfermos a que los cure Jesús. Esperan ese momento, porque al ponerse el sol, ya ha dado comienzo un nuevo día, según el cómputo judío de los días y las horas: ya no es sábado; ahora sí pueden trabajar y llevar sus enfermos a quien los cure.
Habría que valorar en su justa medida ese gesto de Jesús de levantar a quien está postrado para ayudarle a ponerse en pié, un gesto repetido aquí y allá. Lo hace ahora con la suegra de Pedro para que se incorpore, pero no sólo aquí; también da la mano a Pedro cuando se está hundiendo en el lago, y es lo mismo que hace con la hija de Jairo muerta, como tirando de ellos hacia sí, hacia la salvación.
La mano de Jesús, además de curar, levanta y ayuda a caminar, o sea, pone en camino. Ser cristiano es eso, caminar gracias a esa mano benefactora de Jesús e imitarle poniendo en pie y enseñando a caminar por las sendas de la rectitud y la bondad a cuantos lo necesiten, porque la Iglesia ha de ser casa de salvación, casa de Dios.
Reflexión: La arbitrariedad de este invierno
Hay cosas inamovibles, queramos o no, tengan o no justificación. Que un árbitro de futbol pite arbitrariamente, no tiene justificación alguna, pero es así y se entiende. Que los fríos vientos siberianos rebasen sus límites patrióticos y se enseñoreen de nuestra península, no es lo habitual ni deseable, pero también se entiende.
El viento es así. No reconoce fronteras. El viento es de todos, que dijo con prosopopeya un político, como quien planta una bandera en el polo. El viento, de alguna manera endiosado y libre, está por encima de todas las cosas. ¡Qué le vamos a hacer! Un periodista ha escrito que el viento siberiano reivindica el invierno. Sí, pero que lo haga en sus lares nativos. ¡Pura arbitrariedad y ganas de marear la perdiz.
Rincón poético
MADRE DE DIOS
Virgen María, me halaga
el signo de tu humildad.
¡Una virgen tan pequeña
hace hueco en su bondad,
para que quepa en su vientre
toda la divinidad!
Dios se ha escondido en tu pecho,
¿quién lo iba a imaginar?
No sabes con qué alegría
lo vengo aquí a pregonar
Quiero que todos lo sepan.
Nadie lo debe ignorar:
Dios se ha prendado de ti,
y en su jardín virginal,
hoy te ha nacido una rosa
que nunca ha tenido igual.
¿Qué hubiera hecho Dios sin ti,
cuando tú eres el rosal?
Rincón poético
(De Invitación al gozo)
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