Este pasaje del envío de 72 discípulos es como una universalización de todos los envíos en todo tiempo, donde Jesús no sólo traza un programa de austera acción misionera, sino que previene del riesgo de llevar la noticia del Reino a latitudes donde la hostilidad les minará el terreno. Tened muy en cuenta que os envío entre lobos, una frase muy a todo con la condición pastoril del Maestro.
Muerto y resucitado Jesús, ratificará la urgencia de ese cometido apostólico que afecta a toda la Iglesia: Como el Padre me ha enviado a mí, así os envío yo a vosotros.
Misionero no es sólo el sacerdote que lleva la fe de Cristo a rincones más o menos recónditos de otros continentes. Misioneros somos todos, aquí mismo, con el mensaje de nuestras palabras y nuestra vida.
Las palmeras ribereñas
El paisaje que resulta del cultivo de la tierra, es un producto cambiante, según los intereses de cada tiempo. Según cuentan los viejos del lugar, la Ribera valenciana estuvo toda ella salpicada de palmeras datileras, formando además pequeños bosques, alguno de los cuales persiste todavía, y cuyo sabroso fruto contribuía a la economía doméstica de singular manera. Quedan palmeras, ya distantes las unas de las otras, y su número va en descenso. Hoy son los kakis los que sustituyen incluso al naranjal, cuyos exiguos precios hacen inviable su cultivo.
En el patio del colegio del que soy morador, hubo un par de palmeras pertenecientes a la época en que habitaban el caserón correspondiente los señores Boscá. La última de ellas, esbelta y señorial, cayo rendida sobre el alero de unos tejados, víctima del soplamocos de un vendaval. Azorín decía de ellas que, mecidas suavemente por el viento, peinaban el cielo. El cielo del colegio perdió el suyo un día malhadado.
Rincón poético
ALTERNANCIAS
Hay ocasiones en que la conciencia
te siente cerca y otras veces lejos.
Creo que no es así; más bien te advierte
cercano el corazón, sólo que tengo
propensión a salir despreocupado,
adonde apaga el ruido mi silencio.
Hay ocasiones en que la conciencia
te nota desdeñoso y desatento
y otras cercano
a mis deseos.
Creo que no es así. Soy yo quien cambia
hacia ti entonces mi comportamiento.
Dame ecuanimidad,
que afine mi conducta y mis criterios.
Tú no cambias; soy yo, que acaso altera
el pulso, ánimo adentro,
contra la adversidad y la asechanza,
en la lucha constante que mantengo.
Úntame con el oleo de tu paz;
Señor, tu sabes que te quiero.
(De Invitación al gozo)
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