lunes, 20 de febrero de 2012

El epiléptico

Al borde de la cuaresma, Jesús invoca el poder de la oración y la eficacia de la fe. El hombre sufre serias incomodidades que constituyen parte de nuestra misma naturaleza, como nuestras flaquezas y las enfermedades. Ocurre que Dios ha creado en el hombre dos realidades complementarias, la material y la espiritual, que convergen felizmente en el hombre equilibrado. Pero no siempre nos acompaña este feliz equilibrio del bienestar que llamamos salud, como es este caso extremo del enfermo epiléptico, achaque que entonces creían posesión. Con todo, ante los desequilibrios que perturban al hombre, Dios nos concede gracias puntuales que nos devuelvan la integridad perdida, siempre y cuando pongamos los medios que hacen posible ese favor, y entre ellos, está la oración y una fe firme. Así es como el padre de la criatura, que no acaba de creer del todo, le pide a Jesús que incremente su fe. Durante la cuaresma, se nos enseñará que con la oración y el ayuno, confirmamos nuestra vocación cristiana de estar siempre con Dios, para lo que una fe firme puede contribuir a vencer los obstáculos que nos apartan de él.

Reflexión: Franciscanismo

La literatura no se ha eximido del atractivo de las simpáticas figuras de Francisco y Clara de Asís y han cedido a la tentación de verles más como un entrañable pareja de sensibilidades afines, al borde cariñoso de la complementariedad, que como los santos austeros y estrictos consigo mismos que son. Claro que son almas gemelas en cuanto Clara sigue las directrices evangélicas que definen la identidad de la forma de vida según el modelo acreditado por Francisco. Con todo, ella da su toque personal, acentuando incluso hasta el extremo el desprendimiento que rige el seguimiento de Cristo, hasta tener serias dificultades para la aprobación de su regla monástica. Tampoco hay lugar en Clara para los recursos líricos con resabios trovadorescos de la expresión del santo. El franciscanismo no esto o lo otro, sino que abarca en una ambas espiritualidades desde un mismo concepto del seguimiento exacto del evangelio de Jesús. Entre ellas prima la clausura monacal, aunque no siempre fuera así, según algún comentarista; en ellos, el concepto de la vida como un itinerario hacia Dios a la manera del peregrinaje por el camino que es Cristo.

Rincón poético

LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO


Con dos tórtolas, María,
tienes rescatado al niño.
¿Qué mal le valora el templo!
¿Tan poco vale tu hijo?
Pero no te desazones
por lo que figure escrito.
Siempre han valido los pobres
mucho menos que los ricos.

Dios valora a su manera
desde el suyo nuestros juicios.
Yo sé que no tiene precio
quien todas las cosas hizo.
Y la prueba es que Dios mide
todo de modo distinto.

El mismo salario da
en el evangelio Cristo

al obrero de las once
que al obrero de las cinco.


A pobres como tú y yo,
bien lo saben los discípulos,
entre otros muchos, Jesús
gustará de bendecirnos.
Sus criterios y los nuestros

raramente son los mismos.
¿Qué pensará san José

de cuanto aquí debatimos?


(De Invitación al gozo)

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