domingo, 12 de febrero de 2012

Curación del leproso

En tiempos, para la deficiente cultura del momento, la lepra era uno de los castigos más severos con que Dios sancionaba los pecados del hombre. Es un lugar común en la espiritualidad judía: Dios castiga ya aquí, los pecados de los hombres. Hay que considerar que la revelación de las verdades divinas es progresiva, y no siempre supieron los judíos que, más allá de la vida, había un juicio y la correspondiente sanción. Es en ese tiempo, anterior a la revelación de la resurrección, cuando el judaísmo, partiendo de que Dios es justo inevitablemente, desarrolla la teoría de que Dios castiga ya aquí la maldad del hombre.
Jesús relega ese cometido para más tarde, poniéndolo en las manos de Dios. El caso es que el leproso era un enfermo desahuciado y peligroso, que la ley desahuciaba. Jesús no consiente esa inhumanidad. Más bien, curar a un hombre de sus dolencias era uno de los cometidos del Reino; salvar a un leproso era tanto como triunfar sobre el mal, opuesto a la bondad divina.
Obrando así, Jesús está abriendo las puertas de la libertad a un marginado, para que entre de nuevo a formar parte de la sociedad que le marginó, ya que la Palabra tiene doble eficacia: cura corporalmente a la persona desvalida, y al mismo tiempo, le justifica a los ojos de Dios.
Los milagros, así, además de signos de poder y credibilidad, son ejercicios de libertad, que tienden a procurar entre los hombres una sociedad fraterna; seguirle a Jesús comporta romper los barrotes de quienes sufren la lepra del desprecio, de la marginación, de la incomprensión o de cualquiera otra forma de rechazo. Una vez más, la verdad nos hace libres.


Reflexión: Las marcas prestigiosas

En tiempos pasados, las marcas de prestigio de un determinado número de productos, eran más bien escasas. Coches, gramófonos, ventiladores, aparatos de radio, lápices, muebles, prendas de vestir, editoriales, colonias...Hoy, un mismo producto, un televisor, un ordenador, un coche, gomas de borrar, bolígrafos, bolsos de señora, los producen numerosas marcas, todas ellas prestigiosas.
La gente ni se detiene tanto ante las marcas, sino que sopesa los precios, que es lo relevante. Basta con que el objeto resulte fiable. Si se junta lo uno con lo otro, tanto mejor, pero no es lo corriente. Y es que hoy la vida es cara. Es cara porque se carece de disponibilidades dinerarias, desfondados la economía y el trabajo. El mundo sigue rodando, pero está en declive y no hay resortes ni niveles a qué atenerse para restablecer su estabilidad perdida.
Por cierto; hay marcas y bancos que han desaparecido.

Rincón poético

PALABRA DE DIOS

Tu palabra eres tú y te lo agradezco,
porque me dicen tus palabras
quién eres tú. Yo pongo
tu palabra en mi boca
como quien come un fruto y paladeo
su regusto divino.
Fue la palabra la que te hizo nuestro.
Fue la palabra la que te hizo pan.
Fue tu palabra la que te hizo vino.
Tu palabra, Señor, como la lluvia
no regresa vacía; ha fecundado
la tierra mansamente.

Lluévame tu palabra, que me empape
con el impulso arrebatado
de una invasión o un oleaje.
Tu palabra, Señor, son las pisadas
fecundas de tus pasos.
Sólo te escucha quien tu amor cultiva.
Enséñame, Señor, a hacerte caso.

(De Invitación al gozo)

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