miércoles, 1 de febrero de 2012

Jesús entre sus paisanos

Ayer veíamos como Jesús cura a una mujer sangrante y despierta de la muerte a una niña, gracias a la fe que la enferma y Jairo, el padre de la niña, ponen en Jesús.
No siempre ocurre así, y justamente entre sus paisanos es donde más difícil tiene Jesús hacerse creer. Lo conocen de siempre y esta familiaridad contribuye a impermeabilizarlos para descubrir, en sus hechos portentosos y en su enseñanza, autorizada por ser él mismo lenguaje de Dios, al que había de venir. El evangelio hasta dice que la gente se escandalizaba de verle hablar como un profeta, y esa falta de fe le impide hacer todo lo que de buena gana hubiera querido en favor de los suyos.
Importa mucho que Dios nos conserve la fe, para que Jesús tenga vía libre en hacer de nosotros lo que le plazca.


Reflexión: De catarros y otros alifafes

Hay enfermedades pasajeras, como el constipado, la gripe, el catarro, que son achaques de usar y tirar. La garganta, la nariz, los pulmones son su sufrida clientela, sin olvidar la fiebre que enciende las sienes y deprime todo intento estable de hacer algo con ganas. Son gabelas de invierno cuyo IVA pagan todos, más pronto o más tarde, por más que haya quienes lo prefieran a los calores estivales.
No opino igual. Me paso tosiendo día y noche hasta la extenuación,, con el cuerpo tundido y los ojos vidriados y hundidos (Quevedo diría avecindados en el cogote), como demonio en exilio. ¿No habrá un soplillo para aventar estos latigazos de frío, causantes de tanto incordio?

Rincón poético

EL BIEN Y EL MAL

¿Es bueno o malo hacer el bien
en cualquier día?,
preguntaba Jesús aquella vez,
un sábado, mas nadie respondía.

No crece sola en el barbecho
la bondad; se cultiva.
El corazón requiere que la lluvia
de Dios lo riegue mansa y tibia.
Y así, la mano que nos tiende el niño
cariñosa y vacía.

Es prodigio de Dios
la bondad y él la cuida,
como cuida la luz
tan transparente, penetrante y limpia;
el agua manadera de la fuente
y el musgo umbroso también él los cuida.
El amor tuvo siempre, cuidadoso,
tierna mano de niña.
Haced la prueba
un día.
Dadle limosna a un pordiosero
con mano compasiva;
veréis brillar los ojos de Jesús
en su mirada agradecida.

(De Invitación al gozo)

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