lunes, 13 de febrero de 2012

Un signo

Decíamos ayer que las curaciones que realiza Jesús responden al cometido del reino de devolver al hombre su integridad liberándolo y que por eso los prodigios de Jesús tienen esa doble vertiente de curar el cuerpo y el alma.
Es fácil comprender la inmensa frivolidad en que incurren quienes tientan a Jesús a que realice para ellos un signo sin objeto y sin pensar que, si es el Espíritu de Dios quien le inspira a Jesús cuanto dice y hace, están tratando de someter a sus Caprichos al Espíritu de Dios, que es tanto como Dios mismo.
Jesús les da de lado. No saben tampoco ahora lo que están haciendo. Tomémonos nosotros en serio las cosas de Dios. Y pidamos por los que no saben la gravedad de apartarse de él desde el desprecio, la blasfemia o la frivolidad.

Reflexión:Los artistas inmortales también mueren

Los medios de comunicación, tan parcos en servirnos gratas noticias, de vez en cuando nos sorprenden con informaciones tan ingratas como la muerte inesperada de un prohombre, y si se trata de personajes cuya obra científica, artística o su bondad ha motivado tu aprecio, no puedes evitar un movimiento de contrariedad y desagrado. Personalmente, la obra de Tapies, por su lenguaje, indescifrable para muchos, entre los que desdichadamente me cuento, no me dice demasiado. Quiero creer que si la crítica le ensalza, su notoriedad no es gratuita, y ha dejado escuela. Siento no poder valorar su obra, pero su muerte, sentida por muchos, no me es indiferente. Da pena cómo cantantes famosas de voz inimitable, llevados de vaivenes del lujo y dudosa vida, se destrozan para acabar desastrosamente. Que Dios les acoja y cobije con su sombra benéfica.

Rincón poético

EL DIABLO TIENE TOS

El diablo va tosiendo por la calle.
El diablo tiene tos. ¿Quién lo diría?
No oculta sus achaques,
oculta su malicia.
Por más que es poderoso, le atormenta
el simple rezo de un Ave María.

El diablo tiene tos, tos cavernosa,

tos maloliente y no conoce
la eficacia de nuestras medicinas.
Tose y su aliento amarillento
arroja azufre. No mitiga
nada su tos, tan infernal,
como sucio el pecado de la ira.
Es fuerte, es poderoso, mas le vence
el simlpe rezo de un Ave María.

No tiene a nadie

que le haga compañía.
Está achacoso y su vejez le pesa
con el peso de todas sus mentiras.
La astucia no le calma,
el odio no le alivia.
Por el mal que nos hace,
dejadme que me ría,
mientras lleno de gozo
rezo a la Virgen un Ave María.

(De Invitación al gozo)

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