Hoy es Lucas quien nos trae este pasaje capital sobre la identidad salvadora de Jesús, quien nos reconcilia con Dios, mediante su muerte. Y con el recuerdo de esta declaración de Jesús, la liturgia nos coloca en la esencia de la cuaresma, presentada como seguimiento y subida hacia la cruz de Cristo, camino de la pascua.
La Iglesia nos está diciendo así que, si el término hacia el que tendemos es la alegría pascual y el camino que andamos es el de la renuncia y el sufrimiento.
Vaciarse por Cristo, sería entonces como un impulso a ser como él, que se vació por nosotros. Bien que Dios no obliga a nadie a nada, sino que lo deja a nuestro albedrío: Si alguno quiere seguirme ... si alguno se decide a imitarme... Seguir a Jesús ha ser un propósito que nazca de nosotros.
Aceptar el evangelio es persuadirse de que si Jesús, por amor fue capaz de hacer lo que hizo, por amor podemos hacer nosotros a cambio otro tanto por él. Pero hagámoslo con sinceridad, con sencillez de corazón, verdaderamente.
Reflexión: Observatorio meteorológico
En el año 1939, recién concluida la contienda civil española, fray Eusebio Arbona, rector del Colegio franciscano San Antonio y guardián del convento, en Carcaixent, atendiendo la propuesta del Ministerio del Aire, crea un observatorio meteorológico muy elemental, en la terraza del convento, para lo que contaba con un receptáculo para los termómetros, un pluviómetro que todavía perdura, higrómetro, veleta, anemómetro y poco más. Aún pueden verse los restos de una chapa horizontal que le advertía de la lluvia, cuando sobrevenía en horas nocturnas.
El Ministerio regía este menester con miras a contar con datos para el uso de la navegación aérea. Al traspasarse a una nueva entidad estos menesteres, con el trasiego documental se traspapelan lamentablemente los datos recogidos en nuestra casa y Colegio, con que cabría establecer índices locales de pluviometría y temperatura en todos aquellos años, ya que la labor de fray Eusebio la prolongaron largamente sucesivos religiosos, incluido el que esto escribe.
Rincón poético
LA PAZ DE DIOS
Espíritu de Dios,
que nos animas
cuando bendices con tu aliento
adelgazado, y depositas
como lluvia fecunda, tu palabra
en el terrón de nuestra vida,
envuélveme en tu paz como en un velo
transparente de luz pausada y tibia
y habítame tan hondo, que tu voz
me haga sentir esa paz infinita
que tu presencia instaura, porque en ella
sé que no necesita
mi corazón apaciguado
nada que Dios no sea, si me habitas.
Sé el yunque donde temple
el ánimo tu llama, que es divina,
contra reveses y animosidades
agazapadas en cualquier esquina.
Tu paz nos hará libres
de desafueros y desdichas.
La paz que predicaba
Jesús con amplia mano e impartía,
la paz que tú nos nievas
con tu nieve ardentísima,
esa paz bienhechora,
esa paz inaudita,
esa paz,
esa misma
de blancas las manos como es todo blanco
el entrañable nombre de María.
Acójanos la sombra de tu paz
sobre la llaga gris de cada día.
(De Invitación al gozo)
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