Se alude en ella a la costumbre de nombrar a uno de cuantos pastores encerraban juntos sus rebaños en una misma majada, para protegerla.
Los jefes del templo dicen que no entienden la parábola de Jesús. No quieren darse por aludidos, ya que Jesús contrapone la figura del buen pastor, que da la vida por sus ovejas, a quienes, escribas y fariseos, han degradado su función dirigente anteponiendo sus propios intereses mundanos a los del pueblo de Dios.
Las relaciones del buen pastor con sus seguidores, las basa Jesús en la cordialidad, en la solicitud y en la abnegación, pero con tal grado de compenetración con ellos, que llama a sus ovejas por su nombre y ellas reconocen al punto su voz. Jesús además es la puerta que, en defensa del rebaño, no logra salvar el ladrón. Fuera de Cristo, la humanidad queda encerrada en sí misma. Jesús es quien nos saca de nuestra impotente soledad, y nos introduce en el ámbito jubiloso de lo divino.
Reflexión:¿Por qué redil?
Estos días, las lecturas litúrgicas nos hablan del buen pastor, y en el relato aparece el término redil. Se trata de una palabra de curiosa etimología, ya que procede del vocablo red. Redil era el lugar que, durante la trasumancia, para proteger el ganado, había que improvisar cercándolo con redes. Semejante sentido e historia tiene la palabra majada, si viene del latín macula, que daría maculata, majada.
Hoy día, disminuido el número de ganaderos, desaparece también el número de estancias donde resguardar la ganadería y por supuesto, casi ni existe la trasumancia.
Hoy día, disminuido el número de ganaderos, desaparece también el número de estancias donde resguardar la ganadería y por supuesto, casi ni existe la trasumancia.
Rincón profético
CAMINANDO
Hay que andar cada día
un poco más, un poco,
y despertar al horizonte
dormido en la llanura, porque pronto
se apagará la luz y hemos de andar
y andar, hombro con hombro,
siguiendo las estrellas, sin descanso,
como los ríos caudalosos,
las blancas fases de la luna
con su empolvado rostro,
los reyes magos procedentes
de países remotos.
Hay que andar sin descanso,
hay que andar animosos
por hondos valles y ásperas laderas,
por abruptos neveros, por cercados cotos.
No desmayéis, no os venza el desaliento,
no os tiente la fatiga; no estáis solos.
Si no hay caminos
los haremos nosotros.
Habrá un amanecer
glorioso.
La tierra largamente prometida
se avista allá, como una fruta, al fondo.
(De Haciendo camino)