jueves, 26 de abril de 2012

Sal de la tierra


En el lenguaje bíblico, la sal tiene sentidos diversos, según el contexto que concrete su sentido. Puede significar la esterilidad, como cuando Jeremías habla de tierras que la sal hace inhabitables o como en el Libro de los Jueces, donde se dice que se echará sal sobre la ciudad vencida . Pero también dice  Ezequiel que del lado derecho del templo saldrá agua que saneará el mar Salado, el mar Muerto, como si de  una bella imagen del costado de Cristo se tratara.
En el beneficio de la sal que preserva los alimentos de la putrefacción y da buen sabor a la mesa, es donde hay que buscar el significado que da el evangelio a la imagen de la sal, cuando se dice que los discípulos han de ser sal del mundo. Sal del mundo deben ser todos los cristianos, según san Pablo, cuando les pide que sus palabras sean amables, como si esa una chispa de sal les diera sabor de Cristo. El discípulo de Jesús debe comportarse de modo que su vida resulte benéfica sal para los demás, de modo que contribuya a conservar la bondad del corazón, y dar a la nueva alianza con Dios el buen sabor de una conducta fiel.
Es sal de la tierra quien con su ejemplo haga pensar a los hombres en la suprema amabilidad de Cristo.

Reflexión: El árbol desnudo

Menos mal que el árbol no siente, de lo contrario es de imaginar su desolación cuando le abandona la cosecha que ha venido mimando como a un hijo. E igualmente, ¿qué no sentiría cuando el viento y el frío, perniciosos aliados del invierno, lo despojan insensiblemente de su alegre fronda? Sólo que el árbol vuelve a la vida con los primeros calores de marzo y abril gloriosamente.
Uno ve cómo se le muere a uno el hermano, el amigo, enferma de muerte otro, luego una prima, y sabe que no hay más primavera resucitadora que la bondad de Dios. Mientras tanto, el árbol soporta la inclemencia de la nieve y los ateridos latigazos del invierno. Aunque no falta nunca el respaldo de la cruz, que sangra su piedad sobre nuestras debilidades.

Rincón poético

RESPETO MUTUO


La existencia es cambiante. 
Al mismo tiempo 
y en las misma cosas,
unos ven rosas, otros ven barbechos.
La libertad es ancha y luminosa.
La libertad es eso.
Las sendas que otros pisan,
parejas van por nuestro mismo suelo.
De cuanto ocurra
en torno nuestro,
sólo a nosotros nos incumbe
lo que tú y yo hemos hecho.
No importa si los otros edifican;
importa lo que tú y yo edifiquemos.
Cometan otros desatinos,
disparates, diabluras, desafueros.
Tú mira si el camino
va torcido o derecho.
¿Indagan nubes por qué llueve o nieva 
ni la veleta por qué arrecia el viento?
Haz que tus ojos miren solamente
a los demás, desde el respeto.

(De Haciendo camino)

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