
La fe no es obra del hombre, sino de la gracia, cuyo germen gratuito de la nuestra vocación cristiana se nos da en el bautismo. Por más que, a veces, repetimos la situación que protagoniza el apóstol remiso: quisiéramos seguridades palmarias que nos impidieran dudar. Quien así procede, aún no es creyente o lo es en ciernes.
Reflexión: El riesgo de envejecer
Envejecer es ya de suyo un riesgo importante, pero no es ése el único. El FMI acaba de dar la voz de alerta y lo que apunta huele a cámara de gas: si el año 2050, la esperanza de vida sigue creciendo al ritmo actual, el costo financiero de la jubilación alcanzará números vergonzantes, o sea, rojos. Solución: vivir menos. Económicamente hablando, es lo más saludable.
Total, piensa mi personita - cuya vida alcanza cifras infrecuentes-: no sólo se corre el riesgo de no nacer, ese crimen que tanto halaga a las ideologías progresistas, sino que ahora se corre además el de envejecer un poco más de lo aconsejable. De momento, admitamos que ese afán de vivir más de la cuenta, empieza a estar mal visto. Financieramente hablando. No ganamos para sustos.
Total, piensa mi personita - cuya vida alcanza cifras infrecuentes-: no sólo se corre el riesgo de no nacer, ese crimen que tanto halaga a las ideologías progresistas, sino que ahora se corre además el de envejecer un poco más de lo aconsejable. De momento, admitamos que ese afán de vivir más de la cuenta, empieza a estar mal visto. Financieramente hablando. No ganamos para sustos.
Rincón poético
SER IMPECABLEMENTE
Va desgranando sus fatigas
siempre pendiente de sus propias penas.
Todo le agobia,
nada le contenta.
Se crucifica con sus propios clavos,
con propios eslabones se encadena
quien va solo consigo;
ni está, ni va; se queda.
Ser para los demás como la encina
como el río que baja de la sierra,
ser para los demás es ser mil veces
de la mejor manera.
Ser exclusivamente
para ti mismo es añadir arena
a ese vacío
de tu minúscula parcela.
Mira el molusco de la caracola;
dentro de sí, no alcanza a ser apenas.
Vuelca tu corazón de vaciedades,
vuelca tu sucio corazón de tierra.
Aprende de la lluvia con que llueve
Dios para todos, siempre limpia y fresca.
Aprende de la luz cuado amanece,
aprende de los niños cuando besan.
Es para todos quien, como Jesús,
pone en las manos del amor su entrega.
(De Invitación al gozo)
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