jueves, 12 de abril de 2012

Jueves de Pascua

Mientras los discípulos de Emaús, en el Cenáculo, están testimoniando ante los demás discípulos lo que han visto, aparece Jesús de pronto y lo corrobora con su presencia viva.
La resistencia a creer de los discípulos provenía de la mentalidad nacionalista, en contra del sentido de las Escrituras, y de su falta de cerrada adhesión a la persona de Jesús. Los discípulos de Emaús ya habían dado un primer paso hacia esa aceptación de su persona: Quédate con nosotros, le dicen.
Dar acogida es la única manera de acercarse al hombre. Acoger es ya compartir lo que tienes con quien carece de ello: techo, haberes, compañía. No daremos a la palabra de Dios un lugar privilegiado en nuestro corazón, si no aceptamos a Cristo firmemente. Reconocerle es ir con él a todas partes junto con los demás. Sólo descubriremos la verdad de Cristo en la convivencia habitual del pueblo de Dios, en romería hacia la casa del Señor, en la historia de cada día. Dios va entonces con nosotros, en cuanto nosotros decidimos ir con él.

Reflexión: Agua fósil

Hace años, aquí mismo, en España, se obtuvo agua contenida durante milenios en la sal de unas determinadas minas, que había quedada enclaustrada en los reducidos cristales roqueños de la sal. La misma sal era sal fósil sin otra variante que la de haber preservado aquellas gotas de agua en sus entrañas. Ahora es una universidad americana la que ha desvelado, en Sudáfrica, agua fósil procedente del aguacero que precedió a una erupción volcánica. Algo tan efímero como unas gotas de lluvia que acaban formando ríos y lagos, llegan a ser testigo nada efímero del agua existente en el planeta hace 2.700 años. A la noticia no le falta su pizca de sal.

Rincón poético

AMANECER

Cuando amanece y no he dormido,
toda la luz cerca mi sien
con aletazos de paloma
de suaves plumas, por doquier.
La luz florece en cada cosa,
pero las flores no se ven.
Son ellas mismas, como si
ahora acabaran de nacer.
¡Quién sabe si, desde la noche,
con ellas Dios nace también!
Es el prodigio de la luz
prendida con un alfiler
por una mano tan divina
que no se sabe de quien es.
Bendita luz, benditas manos,
bendito, al fin, cada alfiler.

(De Invitación al gozo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario