viernes, 13 de abril de 2012

Apariciones junto al lago

El evangelista especifica quiénes estaban presentes en este escenario del lago: Simón Pedro, dueño de la barca, Tomás, Natanael, natural de Caná de Galilea, los cebedeos Santiago y Juan, y otros dos de quien no se nos dan los nombres.
El mensaje remite a aquel otro de los primeros tiempos, también junto al lago, de los primeros discípulos gozosos por encontrar a Jesús: Hemos encontrado al Mesías. Ahora es él quien les sale al encuentro. Aquello fue como un descubrimiento; esto otro cuenta como experiencia personal con Cristo vivo.
Jesús actúa de nuevo entre los suyos, ya no temporalmente, como entonces; ahora vive ya su vida eterna y les prepara para que empiecen a ser sus testigos ante el mundo, empresa que no podrán llevar a feliz término sin él, que es lo que viene a significar la inutilidad del esfuerzo nocturno, ellos solos.
Frente a la noche, Jesús llega con el día, porque él es la luz de los que aún no han decidido qué hay que hacer, desde la incertidumbre. Y una vez más, como ante el sepulcro vacío, es la mirada intuitiva de Juan la que reconoce a Jesús al punto, anticipándose a todos. Juan es el hombre a quien el amor le dicta con absoluta certeza con qué ojos hay que descubrir la presencia de Dios en nuestra vida. No son los sentidos, sino el amor quien nos pondrá en el camino de Jesús. Porque Jesús está siempre, lo veamos o no.

Reflexión: Salir al campo

Salir al campo, a la pinada próxima, a un calvero en el bosque, con motivo de la Pascua, es la sana costumbre de estos días, a fin de pasar unas horas de solaz en plena naturaleza, compartiendo la merienda pascuera.
Para el hombre ciudadano, el campo es el envés, lo otro, de su rutina diaria, que a veces hay que incorporar a lo ordinario y manido de cada día, como ruptura provechosa. La naturaleza es la ventana abierta a la luz natural y la libertad sin horizontes artificiales de cemento y ladrillo. Y es de lamentar que no se tenga tiempo para menudear estas salidas hacia la naturalidad y lo espontáneo. La naturaleza es obra de Dios; el hombre inventó el artificio.


Rincón poético

TÚ LO ERES TODO

Tú lo eres todo. Junto a ti,
se oye el rumor sordo del mar,
el viento frío de la cumbre,
y el alarido del volcán.
Lejos de ti va mucha gente
del miedo absurdo que les das.
Nadie les dijo tú quién eres
y hasta qué punto te han de amar.
Nadie, que impulsas sus latidos,
con cuyo pulso siempre vas.
y que es tu aliento el que perciben
cuando respiran junto al mar.
Tú lo eres todo, Señor mío.
Quien no lo sabe, solo está.
¿Qué han de saber, para embeberse
de tu ternura y tu verdad?
Tú lo eres todo, que infinito
lo es tu amor sólo; nunca el mar.

(De Invitación al gozo)

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