sábado, 28 de abril de 2012

La vocación

    La vocación no la da el hombre. El hombre puede cooperar a que esa vocación asome como semilla que nace, pero en definitiva, la vocación es una gracia y la da Dios, dueño de todas las gracias. Jesús lo declara paladinamente: Nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede.
    Sólo que la gracia hay que merecerla y el amor es la puerta más ancha para acceder a ella. Los que disfrutamos de ella, necesitamos además la gracia de la perseverancia. Que Dios nos sea propicio.

Reflexión: El aroma del azahar

    La flor del azahar es carnosamente blanca, y en su centro alberga una corona de esbeltos pistilos que espolvorean un polen amarillo. Millones de naranjos florecen por estas fechas blanqueando tupidamente la inmensa llanura ribereña, y el aroma del azahar se le entra a las poblaciones y las mismas casas impregnándolo todo de su exquisita fragancia. Es un fenómeno sin igual que invita a respirar hondo y largo complacidamente.
    Este año, no. Este año, excepcionalmente, no hay ni pizca de aroma que llevarse a las narices. Las rigurosas heladas del invierno han dejado tan maltrechos campos y campos de naranjos, normalmente de un verde intenso y lustroso y hoy amarillentos como rastrojo, que son contados los árboles que llegan a florecer, y sin flores no hay aroma que valga. El naranjo ha perdido la nobleza de su flor y ha quedado como des-almado, hasta que una nueva primavera lo espiritualice de nuevo.

Rincón poético


MI ALEGRÍA ES RAZONABLE

No estoy triste, al contrario me alimenta
la sabia fiel del gozo.
Como arrodilla ubérrimo
en tierra el fruto al árbol
del que pende, asimismo
colma de júbilo mi vida
saber que tú me quieres.

No soy triste, Señor
tú bien lo sabes,
desbordante razón de mi alborozo.
Sé que algún día habré dejado
de pisar esta tierra dolorida
que sangra por la herida del costado,
pero también que la esperanza
me llevará hasta ti sin darme cuenta.
Dejadme entonces
los que me conocéis, que atice ahora
este brasero donde a veces pongo
una pizca de incienso y un puñado
sobrado de contento y alegría.

(De Haciendo camino)

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