martes, 10 de abril de 2012

Martes de Pascua

María Magdalena desahoga su tristeza por la muerte de Jesús, del modo más natural del mundo, llorando. Los muertos se nos van, pero no del todo: quedan en lo más hondo de nosotros mismos, nuestra relación con ellos sigue viva, y los sentimos vivos. Pero no, no están, y la tristeza aviva la efusión consoladora del llanto. María Magdalena tuvo un consuelo mucho mayor que ese; la voz de Jesús, vivo ante ella, que apacigua su pena convirtiéndola en inesperado gozo, el gozo de encontrarse de pronto con quien no esperaba volver a ver, ahora vivo ante ella. Para los cristianos, morir es despertar a la vida de Dios, y Jesús nos ha precedido en ese llenarse de vida para siempre. Y lo urgente ahora es que todos sepan que Jesús vive. - Ve a los míos y diles lo que acabas de ver, le dice Jesús a Magdalena. Entre los judíos, el testimonio de una mujer no tenía valor alguno. Jesús rompe ese estereotipo injusto, y las elige como testigos preferentes de su resurrección. Es lo que pasa con los dos de Emaús. Sí, unas mujeres han dicho que lo han visto vivo. Pero vete tú a saber. Como María, también nosotros somos destinatarios y partícipes del júbilo que la embarga, y nuestro quehacer es también hacer llegar a los demás el testimonio de que Jesús vive en nosotros.

Reflexión: María Magdalena

La Magdalena, pecadora insigne, fue figura muy de la devoción de la Iglesia desde sus inicios. Es la imagen evangélica que canoniza como ninguna otra la conversión a Dios. Ese pasado suyo le dio renombre. En un test de frecuencia de representaciones artísticas, pocos santos aventajarían a María Magdalena. Se diría que ha venido posando para cuantos artistas han querido sin contar con ella. Los pintores hallaron la excusa de mostrar su destreza en moldear el desnudo femenino, al que es propicio la penitencia extrema en recónditas cuevas solitarias de que no hablan sus biografías, tan parcas en consignar más de lo que nos narra el evangelio. Es justamente eso por lo que se explayan las pseudo biografías apócrifas, que fantasean a más no poder, rellenando lagunas imposibles. Eso sí; amó como pocos, y ese amor fue lo que la rescató del pecado. Lo dice Jesús.


Rincón poético

EL DESPERTAR DE LA MUERTE

No es verdad que la muerte
enronquecida tosa.
La muerte no se entera de la muerte
ni el polvo que la acoja.
La muerte va dormida
a Dios desde la fosa.
Ángeles la despiertan
entumecida y rota
y sacuden la tierra
que le ensucia la ropa.
No es verdad que la muerte
se pueda constipar y enferma tosa.
Ella le dirá a Dios quién hemos sido,
a quién dimos la mano generosa
que tenía la suya ensangrentada,
o pisamos la mano pordiosera
que dormía en la puerta donde moras.
qué dejamos de hacer cuando, a la sombra
de su condescendencia, derrochamos
su tiempo en fruslerías, fácil cosa
cuando la gloria de un amanecer,
ciego, nada te dice y no te asombra.
Se lo dirá su boca desdentada,
sus palabras con sílabas de sombra,
a borbotones de hosca oscuridad;
entre sus dientes amarillos ,
se lo dirá su boca.

(De Invitación al gozo)

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