Que su ejemplo nos mueva a identificarnos resueltamente con Cristo, investidos de similar entereza.
Reflexión
El tiempo de unos y otros
Hay quien se abure porque no tiene nada que hacer y hay quien no tiene tiempo para hacer todo lo que quisiera. Hay todavía quien no hace nada ni se aburre, porque, en paro forzoso, pasa de todo olímpicamente. Es triste; tener todo el tiempo del mundo, que dicen que es oro, y no servirle para nada, en actitud de plena impotencia. Y uno mira el horizonte de la historia y no parece que quiera amanecer. Podríamos añadir a todos estos, los holgazanes que viven en queja constante perjurando que no tienen tiempo, mientras fingen estar enteramente atareados, desde el vergonzoso temor a ser tenidos por haraganes. El uso que hacemos del tiempo nos define.
Rincón poético
LA MANO DEL MENDIGO
Me dan vergüenza
las manos implorantes, la tristeza
astrosa del mendigo,
un hombre como yo, ni más ni menos,
que arrodilla su orgullo
postulante ante mí, porque le falta
el mendrugo de pan de cada día.
El mendigo me dice que hace frío.
Y yo sé que es verdad.
No tiene abrigo el corazón del hombre
a quien no le acongoja
la humillante pobreza de los otros,
y acompaña con un gesto indulgente
la menguada limosna.
¿No le tirita el corazón acaso?
Hagamos leña y que un hogar unánime
acerque al fuego el tiritón del rico,
junto a la humilde desazón del pobre.
No nos aparte su pobreza oscura.
Pobreza es no tener, vivir ligeros
de espaldas a las cosas. Su pobreza
no es él, a quien cobija amablemente
la sombra azul de Dios.
Pongamos un puñado de ceniza caliente
en las manos del pobre.
(De Tu luz nos haga ver la luz)
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