martes, 1 de enero de 2013

Santa María, Madre de Dios


        El texto evangélico de hoy nos muestra a unos pastores, que avisados por un ángel, llegan al portal, donde ven a Dios humanado en Jesús, y a su Madre, María, tan atenta y asombrada de todo lo que se le revela, que va recogiéndolo en su corazón, que es la memoria del amor.
 Con el primer vagido de ese pequeñín que abriga María en su pecho, empieza a renovarse el curso de la humanidad y el universo entero, que entra en relación con la misma palabra creadora, hecha criatura creada en el seno de María.
       Este nacimiento de Dios en la tierra, que lo trastrueca todo, cambia en primer lugar a la misma mujer que lo trae al mundo, al convertirla de inmediato en Madre de Dios. Es desconcertante este gesto de Dios con el hombre. Mal síntoma sería que el hombre dejase de asombrarse de las grandes cosas que Dios hace. María, consciente de que nada de lo que estaba ocurriendo podía dejarse pasar por alto, conservaba todo lo que aún no acababa de entender en su corazón A ella, más que a nadie, le importaba saber de Dios todo lo que fuera posible, ya que había entrado a formar parte de su familia en la tierra.
También nosotros debemos dejar nacer a Dios en nuestro corazón, como María.


Reflexión

Belén


    Belén era una antigua aldea cercana a Jerusalén, existente ya en 1250 a. C., citada con cierta frecuencia en el AT, con relación a David, que nace en ella. El profeta Miqueas vaticina que un descendiente suyo dará copiosa prosperidad a Judá, en quien la fe cristina entrevé un anticipo del mesías. Ciertamente, de Jesús se nos dice que nace en Belén y creció en Nazaret. En las cuevas del nacimiento, san Jerónimo llevó a cabo la obra titánica de traducir al latín la Sagrada Escritura, desde el hebreo y el griego ( año 386 d. C.). Hoy, por la afluencia masiva de musulmanes desplazados por la guerra, lo que había venido siendo una ciudad cristiana que disponía de universidad propia, agrupa a miles de ellos, cuya policía religiosa impone sus leyes. 

Rincón poético

MARÍA DA TETA AL NIÑO

Está contenta María
y está contento José.

-Déjame besar al Niño,
que soy pastor esta vez.
Traigo requesón al Niño
le traigo un tazón de miel.
María da teta al Niño
 y a todos dice: -Después.

-María, le traigo al Niño
lo que tengo, leche y miel
y una plegaria en los labios
que quiero decirle a él;
mas como no ha de entenderme,
con besos se lo diré.
María da teta al Niño
y a mí me dice: Después.

Los reyes ya están llegando
y llegan tarde los tres.
Una estrella les dirige
que muere al amanecer.
No importa: ya están llegando,
están llegando. José,
dejadles besar al Niño.
María insiste: Después.


(De Tu luz nos haga ver la luz)

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