La liturgia nos da a conocer una secuencia de cuatro episodios introductorios del evangelio de Juan, correspondientes a cuatro días, señalados, desde el segundo, por la frase al día siguiente. El segundo episodio, mañana, es el encuentro entre el Bautista y Jesús en Betania, donde Juan disponía de una cueva para guarecerse de las inclemencias del tiempo. El tercero, el jueves próximo, describe a Jesús de camino y a dos discípulos de Juan que se le unen. El cuarto se corresponde con la elección de Felipe y su hermano Natanael.
Hoy, una embajada de la policía del templo, constituida por levitas, empleados en labores como cantar y tocar instrumentos en el templo, y operaciones de vigilancia de la fe y policía, como en este caso.
En la lucha entre la luz y las tinieblas, representativa de la vida y la muerte. Juan no era la luz, sino que la testimoniaba, era un reflejo de la luz de Cristo. Que esa Luz nos ilumine la inteligencia para identificarlo siempre y saber reflejarlo, como Juan, ante el mundo.
Reflexión
Un año más
Un año más o un año menos, según la disposición pesimista o consternada con se mire la ya icónica botella. Pero todavía es mejor vivir cada uno de ellos con renovada ilusión, como si cada día fuera el primero en nuestro itinerario. No es vana ilusión ni recurso fácil. La alegría de saberse uno favorecido por Dios constantemente y por lo tanto pegado a su orilla, nos permite saborear los exquisitos bocados de tiempo saludable que pone a nuestro alcance. Y así las cosas, qué más da si es más o es menos.
Rincón poético
EL SILENCIO DE JESÚS
El Niño Jesús,
qué callado está.
Él es la palabra
y no sabe hablar.
¿Cabe su lenguaje
que un día usará
en el cuenco mínimo
de su boca ya?
Para un Niño así,
qué dificultad.
Su boquita apenas
si logra besar
como quien babea
sopitas de pan.
No es fácil pedirle
estrellas al mar,
ni al cielo una fuente
ni al sol mazapán.
Pero entonces, dime,
José, dime ya:
¿Quién le enseñó al Niño
a decir mamá?
(De Tu luz nos haga ver la luz)
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