Jesús ha de sufrir la crítica casi constante de sus adversarios, esta vez porque Mateo celebra con un banquete su propia vocación, en compañía de Jesús y otros funcionarios como él. Jesús aprovecha las críticas que se le hacen para recordar cuál es su misión entre los hombres, y al paso, les hace ver la incoherencia en que ellos están incurriendo.
Les reprocha su incoherencia, porque, siendo jefes religiosos, a fin de obtener misericordia de Dios, han hecho de los ostentosos sacrificios del templo el centro de toda su actividad religiosa, pero además de resistirse a practicarla ellos, se escandalizan y critican a quien se muestra misericordioso. La respuesta de Jesús, que oculta un punto de amargura y acritud, resulta demoledora, al hacer suyo el reproche de la Escritura que dice: “Misericordia quiero y no sacrificios”. Andad, aprended qué significa esto. Ellos no pueden replicar a la Escritura. Jesús puede, pues, compartir la alegría de los suyos.
Reflexión
Los dedos en el violín
Entre los instrumentos musicales que nos aderezan el bienestar del espíritu y mueven nuestra sensibilidad gratísimamente, el violín es el intérprete más cercano a la vibración de nuestros sentimientos. Las yemas de los dedos violinistas estremecen las sonoras cuerdas y crean resonancias afines en nuestra caja íntima como si en nosotros mismos se conmovieran los sensibles costillares del violín.
La música es el arte de ensortijar los sonidos. No le pidáis al perro que cante ni a una rana que afine la voz; han de tener los suaves labios del violín para que nos digan su misterio inexplicable.
Rincón poético
DESPRENDIMIENTO
Amar a Dios es todo lo exclusivo
que el amor puede ser. Deja de amarte,
deja de amar lo que no te devuelve
amor a cambio. No hay cosecha
en sembrar trigo en los ribazos.
Calcula cuántas cosas
amas en las que, por ser tuyas,
sólo te amas a ti. Te estás mirando
embelesado ante el mentido
vacío del espejo,
que se ríe de ti.
Vuelca tu corazón, ponlo sin prisas
del revés y sacúdelo, que caiga
todo el acebo de tus fruslerías,
y ve corriendo en busca
de Dios. ¿No lo adivinas?
Le has abierto la puerta
de par en par, y él te estaba esperando.
(De Tu luz nos haga ver la luz)
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