viernes, 11 de enero de 2013

Curación de un leproso

    El pasaje insólito del leproso que implora de rodillas ante Jesús, es como una constatación inmediata de la revelación, en Nazaret, de su condición liberadora de rémoras y entorpecimientos que coartan la libertad de ser del hombre. Las curaciones que va realizando Jesús son cada vez más sorprendentes y su fama se extiende por todo el país. Es el ejercicio de la compasión para con los más desvalidos, apremiado por la fe de los pacientes. La compasión es un reflejo en Jesús de la misericordia divina, lo que patentiza que el Hijo es imagen del Padre. Al tiempo, el cumplimiento de los designios divinos de salvación del hombre, es el baremo del perfeccionamiento de Jesús como hombre que consumará en la cruz.
    Belén, donde nace, y Jerusalén, donde muere, son los dos puntos del itinerario salvador de Jesús. 


 Reflexión 

El antropomorfismo del brazo fuerte de Dios

    Frente a todos los dioses que campean sobre las creencias de los pueblos vecinos, Israel tiene sellada una alianza con un Dios infinitamente poderoso. Es liturgia suya mantener vivo el recuerdo de los prodigios que Dios hizo con su pueblo y esa liturgia tiene un lenguaje donde abundan las imágenes literarias. Hablar con la máxima propiedad de la grandeza y poder de Dios, inclina al uso de figuras, como en la personificación de la parte por el todo, que es lo que ocurre al significar ese poder en el brazo fuerte de Dios, su brazo extendido, desnudar Dios su brazo. Es el gesto categórico del rey ordenando el cumplimiento de algo urgente. La razón de este recurso estriba en la imposibilidad de hablar con exactitud acerca de Dios, que rebasa toda ponderación, y ante lo inefable, el redactor bíblico echa mano de antropomorfismos, humanizando, a nuestra corta medida, su realidad divina

Rincón poético


       EPIFANÍA

Yo les pido a los magos,
buscadores de Dios,
saber encontrarlo siempre
y no perderle ya, no.

Yo le pido a la estrella
fundirme en su fulgor
y ser luz para los otros
que aún no les alcanzó.

Le pido al recién nacido
que es todo paz y amor,
que me ocupe por entero
llenando mi corazón.
Escúchame, María
óyeme, por favor,
dejadme aquí con vosotros,
que os necesito a los dos.


(De Tu luz nos haga ver la luz)

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