martes, 17 de septiembre de 2013

Levántate

Según la cultura hebrea no se podía tocar a un muerto, ni siquiera el ataúd, so pena de incurrir en impureza. Pero Jesús es la vida y a él mismo lo levantará Dios, sacándolo de las sombras de la muerte, ya para siempre.
A veces es nuestro corazón el que queda muerto a los pies del pecado. Y al pecado solo puede tocarlo sin contaminarse el dedo redentor de del Hijo. Ojalá que Jesús no dude nunca, siempre compasivo, en tocar nuestro corazón empecatado, sin temor a contraer nuestra impureza, mientras sus labios nos dicen con imperiosa voz:
-Levántate, hombre, pero levántate de una vez por todas. Y no peques más.

Reflexión

Las bienaventuranzas de Lucas


Las bienaventuranzas de Lucas, cuatro, difiere de las de Mateo, ocho, no sólo por el número, sino por enfoque que les dan uno y otro. Mateo las interpreta desde su sentido espiritual  de la conversión del corazón; Lucas ve la pobreza desde el punto de vista social, y espera una transformación de la sociedad que acabe con la precariedad de los pobres.
Uno y otro nos invitan a la conversión y a la preocupación por los pobres que no tienen nada o apenas tienen

Rincón poético

CIERTO PINTOR

El artista no pinta
eso que tú estás viendo.
Ve otras cosas y pinta
lo que lo que apenas está.
Los árboles, las tierras,
la misma lejanía
en su paleta cambian 
de forma y de concepto,
casi de condición.
Sus cuadros no son sombra
de seres conocidos,
por más que sí, que están.
Parecen un trasunto
de realidad extraña.
No son cosas. Él pinta
su reflejo profundo,
aquello que desvela
porque es que estaba oculto 
a miradas dudosas.
Pienso yo si es que tienen 
incluso intimidad.
El pintor nos descubre
aspectos soterrados
que no muestran las cosas.
Ahonda, fiscaliza,
excava la verdad
con cuidada expresión.
Casi no es él. Sus manos
remedan las de Dios.

(El reflejo de Dios)

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