domingo, 8 de septiembre de 2013

El seguimiento

Quien no renuncia a todo por mí, no puede ser mi discípulo. Jesús es exigente. El tema de este domingo es el seguimiento de Cristo.

Lo más grande que podemos hacer nosotros es saber proyectar nuestra vida, como quien proyecta edificar una torre sólida, con sabiduría, viene a decirnos Jesús. Para llevar a cabo ese proyecto, el evangelio  formula dos advertencias.  La primera es que, para una entrega radical a Dios, hay que posponerlo todo, incluso la propia familia. La segunda es que no puede ser discípulo suyo quien no esté dispuesto a cargar con los inconvenientes e incomodidades de su propia cruz. 
Se trata, como se ve, de una exigencia de totalidad en la entrega que pide el seguimiento exclusivo de Jesús, todo lo cual queda dicho, además, con un lenguaje enérgico y urgente. Cada época tiene su lenguaje. Hoy hablamos de las prioridades que tienen tales o cuales asuntos. Jesús, con su lenguaje apremiante está estableciendo la prioridad del seguimiento, consistente en una opción definitiva por su evangelio que  excluye toda dualidad -no se puede servir a dos señores-, y toda vacilación, porque en ese proyecto comprometemos nuestra vida actual y futura.
El camino que nos propone Jesús es una invitación a la fidelidad a Dios. Y a quienes deciden emprender esa dura marcha, Dios no les niega las gracias necesarias para llegar a buen puerto. La fe, la confianza en Dios y el amor, son las losas que allanan ese camino que es Cristo.

Reflexión

La oración de María

Es de suponer que la oración habitual de María, hasta que Dios la habita encarnado en ella, no difiere mucho del de otra doncella piadosa. Cuando, el sábado, la familia se traslada a la sinagoga, van uno tas otro por el centro de la calle: primero el esposo y padre, luego el hijo si ya anda y la mujer después. Así también María. En la sinagoga, la mujer no pueden hablar ni rezar. Rezan por el ella el esposo y los hijos. No es poco que Jesús rezara por ella. No obstante, todos podían rezar luego en privado. María lo haría al modo habitual de todos, partiendo de los salmos donde se cuenta con un acebo de situaciones muy variadas. Con todo, la verdadera oración da comienzo cuando, olvidado uno de sí mismo, da paso a Dios, menester en que María es ejemplo inimitable. Nunca nadie estuvo tan cerca de él como María, para hablarle y escucharle con plena intimidad y hacerle suyo.

Rincón poético

EL HUERTO DE LOS OLIVOS

En el huerto hay llanto
y cruje un temblor
retorciendo olivos
que sudan aceite de tanto dolor. 
Morada amargura 
disloca al Señor.
¿Quién venda la herida
de su corazón?
Jesús está solo;
a los suyos les vence el sopor,

y la paz del dramático olivo
ya es confuso suplicio de amor.
Llenad vuestras lámparas,
vírgenes de Dios,
que la noche es larga,
y en tan decisiva ocasión,
agotado el aceite, las necias
no tendrán opción.
Ángeles de Cristo,
hacedme un favor:
cerrad con cerrojos de acero
el huerto, que no
sorprenda llorando al Maestro
la sombra que arrastra el traidor.

(De El espejo de Dios)

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