lunes, 22 de agosto de 2011

Guías ciegos

Guías ciegos llama, no sin retintín, Jesús, a los fariseos que conducen a la gente por caminos equivocados. Ha llegado el tiempo en que la antigua alianza ha de retirar sus odres viejos cediendo el sitio a los que contendrán el vino nuevo de la plenitud que personaliza Jesús, pero ellos se obstinan en caminar a ciegas y dirigir obnubilados a la gente. Usa para ello un género bíblico consistente en reunir sucesivos lamentos presididos por esa interjección dolorida: Ay de vosotros... En los evangelios podemos rastrear sentimientos de toda índole: sentimientos de alegría, de enfado, de admiración, de contrariedad, de repulsa; no faltan estos otros que indican hasta qué punto le duelen a Jesús los descarríos de quienes más debieran evitar precisamente que la gente siguiera caminos extraviados. Ojalá nos lleve él a nosotros por caminos de salvación.


Divagación: La veleta

La palabra veleta procede de velo, tela, para significar, como dice el Diccionario de Autoridades, “banderilla de metal que anuncia la dirección del viento”. Cada vez abundan menos y las hay ornamentadas en forma de gallo cantarín, de saeta, de cruz, muy abundante, siluetas de rostros y animales: toros, sierpes, avechuchos... La irrequieta actitud de la veleta, tan lábil y movediza, ha dado lugar al término derivado veleidad, aplicable a la condición insegura del que carece de firmeza, al modo como la veleta cambia caprichosamente de dirección, a merced del viento. Y junto al hombre veleidoso, están también aquellas cosas consideradas inciertas, inseguras, como la veleta.

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