domingo, 21 de agosto de 2011

Las llaves de Pedro

Al modo como Isaías, en nombre de Dios, cuelga de los hombros de Eliacín la llave de la casa de David que abra y cierre lo que nadie podrá cerrar ni abrir, de modo que su poder será como el clavo que tensa las cuerdas de una tienda, Pedro recibe de Jesús el poder de atar y desatar. El apóstol acaba de confesar el mesianismo de Jesús desde la fe en su filiación divina, y desde este momento ese Hijo de Dios, que hasta ahora ha venido mostrándoles cuál sea su identidad divina, da un giro a su enseñanza, revelando a sus discípulos el misterio sublime de la salvación, que culminará en el sacrificio de su vida en el ara de las manos del Padre.

Divagación:
Las nubes también hablan

Las nubes significan. Tienen un lenguaje preciso que no todos conocemos bien. Los meteorólogos, según sus formas características y significado, les asignan términos distintivos: cúmulos, nimbos, cúmulonimbos, estratos, estratocúmulos, cirros, nubes lenticulares... La gente del campo interpreta también, a su modo, su significado, y dicen de unas que traen lluvia y de otras que presagian tormenta, frío o calor. Jesús mismo alude a estos signos naturales del cielo en su evangelio.

Parece ser que en su hechura tienen que ver la altura por la que bogan, y los vientos que las impulsan. Se podría decir que constituyen un código de signos ante el que el filólogo no queda indiferente. Su interpretación es toda una ciencia que permite la predicción del tiempo.

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